
Descripción de La Pascua: el cayado 3iz3i
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La celebración de hoy es, como habéis notado todos, mucho más sobria porque estamos celebrando algo que es triste, que es la muerte de Jesús.
La muerte de Cristo no es un acontecimiento que nos alegra.
Habitualmente es algo, la tristeza, el dolor, algo que solemos rehuir, que no nos gusta.
Entonces, por eso es un día que a lo mejor nos cuesta un poco más celebrar.
Habitualmente, los viernes santos suelen ser la fiesta a la que menos gente viene a la iglesia.
Yo os felicito porque hoy la verdad es que estamos bastante bien nutridos, lo cual es muy buena señal.
Es un día, por tanto, en el que miramos a la cruz y ante ella pues reconocemos, oye, pues que es por nosotros que lo vamos a hacer, es verdad, somos unos pecadores.
Vemos el sufrimiento de un hombre, un hombre que era Dios, un hombre que era inocente, un hombre que era bueno y que ha dado un paso por delante para salvarnos.
Entonces, pues eso es algo que de algún modo nos avergüenza.
Nos pasa como cuando a Danieva pecaron y luego dice la Escritura que el Señor empezó a pasearse por el Edén y ellos se escondieron, se escondieron por vergüenza.
Sin embargo, hoy Jesús quiere que le miremos, que le miremos a Él al Crucificado, que le miremos.
Ayer veíamos que la Pascua, la Pascua es el paso de Dios, el paso del pueblo de Dios por el Mar Rojo, la Pascua de Moisés era una Pascua en la que, es lo que estaba celebrando Jesús estos días, pues una Pascua que se cumple en Jesús y en Jesús efectivamente Él es el Cordero degollado que quita el pecado del mundo.
Según San Juan, Cristo estaba siendo alzado en la cruz a la misma hora en la que los Corderos eran degollados en el templo.
Y así pues queda claro que Cristo es ese Cordero que se ha entregado, ¿no? Y esa sangre que se puso en la puerta de las casas para que la muerte pasara de largo es la misma sangre que ayer tocó nuestros labios, que ayer pudimos comulgar bajo la especie del pan y del vino, ¿no? Nuestros labios, nuestras puertas estaban ayer marcadas con la sangre del Cordero y así, con esa presencia de Cristo muerto por nosotros, la muerte pasa de largo.
¿Qué significa que pasa de largo? Que no morimos.
No, significa que aunque muramos por el pecado, podemos volver a vivir por el perdón.
Y significa que aunque un día muramos físicamente, algún día resucitaremos.
Que por tanto la muerte no tiene la última palabra.
La última plaga que hubo en Egipto fue la muerte de los primogénitos.
Hoy el Padre entrega a su Hijo primogénito para salvarnos a todos.
En aquel momento los primogénitos de Egipto fueron los que el Señor entregó para rescatar a su pueblo de la esclavitud.
Hoy el Señor entrega a su propio Hijo para salvarnos a nosotros de la esclavitud del pecado.
Ya sabéis que el Señor, cuando se le apareció a Moisés, le dijo, toma el callado, toma la vara, toma el bastón y con este bastón vas a hacer prodigios en mi nombre.
Y ese bastón es un signo, es un símbolo de la cruz de Cristo, de la cruz de Cristo.
Si no, no entendemos nada, porque el bastón de Moisés no era una varita mágica, sino que era un bastón que era un signo de la cruz.
En el Antiguo Testamento varias veces aparece el madero como un signo de la cruz.
¿Y qué hace el Señor al darle ese callado a Moisés? Le está dando autoridad.
La cruz da autoridad a Jesucristo como Señor, como Rey y como Dios.
Él ha muerto por nosotros y por eso puede reclamar nuestra atención.
Él ha muerto por nosotros y por eso nos está llamando.
Había dicho en el Evangelio, cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí.
Es como cuando quieres llamar la atención de alguien.
A veces, cuando vamos a una JMJ con los jóvenes o a un mogollón, pues Javier lleva una caña, una caña de pescar y arriba del todo una bandera de España, con el Sagrado Corazón, que en medio de toda la multitud sale y entonces así, si alguien se pierde, sabe dónde tiene que ir.
O cuando te pones en un sitio de encima de un lugar a silbar y a hacer así para que te vea el que te está buscando.
Es llamar la atención, para que te vean.
Eso es lo que hace Jesús cuando se deja clavar en la cruz.
Llamar tu atención.
Se eleva para que tú veas lo importante que eres para Él.
Se eleva para que tú veas lo precioso y lo valioso que eres.
Por eso esta cruz, este callado, este madero es un signo de la autoridad de Dios que te está llamando.
Una autoridad que no se impone.
Por eso Jesús dijo, mi yugo es llevadero y mi carga ligera.
Por eso Jesús no obligaba, llamaba.
Jesús invitaba, como hoy invita.
Jesús llamaba a las puertas.
Mira que estoy a la puerta y llamo.
Si alguien oye y me abre, entraré y cenaremos juntos.
Y así Él vuelve a pasar hoy llamando a nuestras puertas con ese callado que es la cruz.
Llamar.
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