Graduación bachillerato 2025 3z4n4n

Bueno chicos, hemos vivido muchas cosas juntos desde aquel camino de Santiago, tan divertido, en el que casi nos pegamos con los del albergue, ¿os acordáis? Madre mía, con la que lia el cifu, la lió. No sé si ha venido o no, pero bueno, madre mía. Es una serie de ahí yo codo con codo para evitar que os mataseis entre vosotros. Fue una experiencia bonita y sin embargo, fijaos que ha pasado poco tiempo y ya estamos en la grabación. El tiempo se pasa volando, ya estamos en este día en el que se llama graduación porque subís un grado. La palabra grado en latín significa escalón. De ahí vienen las gradas, ¿vale? Un escalón, subís un escalón. Es un momento, por lo tanto, importante de vuestras vidas y en este colegio, que es un colegio católico, pues lo hemos querido hacer de mano del Señor y de mano de la Virgen, a la que habéis querido traer en procesión, porque queremos poner en el centro a Jesucristo, en el centro al Señor, que es lo más grande que en este colegio os hemos intentado transmitir.

Os hemos intentado transmitir a Jesucristo. Por supuesto que las materias, lengua, matemáticas, inglés, todo lo que se ha podido, pero en nuestro colegio Cristo no es una asignatura extra, sino que es el centro, es la asignatura fundamental. Queremos, hemos querido ayudaros, educaros para vivir la mejor vida posible y la mejor vida posible es la vida cristiana y eso es lo que a mí me toca deciros hoy en esta fiesta de vuestra graduación. La vida cristiana es el mejor modo de vida. En este mundo hay muchos modos en que se nos invita a vivir que no son la vida cristiana y hoy en día parece que todo es igual de valioso. En este colegio hemos intentado enseñaros lo que es el tesoro escondido en el campo, la perla preciosa, aquello por lo que merece la pena vivir y por lo que merece la pena morir, que es a Jesucristo, que es la verdad que trae Jesucristo. Y esto es tan importante, es tan importante y me gustaría que se os quedara profundamente grabado en el corazón, porque mirad, yo no he ido a colegios religiosos.

Yo cuando era pequeño iba a un colegio que se llamaba Nuestra Señora de los Dolores y por los capones que nos daban, el nombre le venía bastante bien, porque nos daban unos capones, nos tiraban de las patillas, eran otros tiempos, pero allí nunca me ocultaron nada de fe. Y luego fui a un instituto público que era algo así como el zoo, un poco como el zoo de ahí todo el mundo mezclado, eras un número malo, profesores pasaban de ti y eso es algo que a mí me ha marcado mucho para lo malo, os lo digo sinceramente, pero luego también por el contraste, cuando yo me convertí y al final hice el último curso en el colegio arzobispal, en el seminario menor, para ser luego ya sacerdote, pues fue un contraste muy fuerte. Y eso luego he estado en varios colegios de religiosas, dando clase, ayudando, como en este, y me he dado cuenta de la suerte que tenéis. Y os lo he dicho muchas veces, soy un poco pesado, pero es que es verdad, la suerte que tenéis de haber podido estar en este colegio.

De haber podido ser clases pequeñas, que los profesores os conocían, que las madres, Madre Cristina, Madre María Jesús, Madre Escarla, que han estado pendientes de vosotros, que habéis tenido un sacerdote o varios sacerdotes para acompañaros, que habéis tenido eucaristías, que habéis tenido confesión, que habéis tenido la ocasión de rezar por la mañana ante el Santísimo, que habéis tenido la ocasión de recibir clases de religión, valores, todo eso es una cosa que es impresionante. Es como si tuvierais un cofre y hubiéramos estado echando dentro un montón de tesoros que vais acumulando y que os pueden valer luego para vuestra vida. Pero de vosotros depende, que ese baúl se quede cerradito y que esos tesoros se queden enterrados, como en el fondo del mar, o que den fruto en vuestra vida. Depende de vosotros. Mirad, yo hablo mucho con madres y padres, en la parroquia, aquí en el colegio también. Vosotros quizá no lo entendéis, y si es así, me parece normal, pero os voy a explicar algo que tenéis que tener en cuenta de cara a vuestros padres.

Cuando vuestros padres ven que cumplís cierta edad, empieza a darles vértigo, porque ven que sois capaces de hacer cosas a sus espaldas, que ya no dependéis de ellos, que ya os podéis meter en líos, que ya os vais de sus manos, y les entra un vértigo, un vértigo muy normal, porque quieren que os vaya bien, quieren que seáis buenas personas, quieren que seáis felices, pero ya ven que no depende de ellos.

Y esta sensación que tienen los padres y las madres es una sensación que compartimos en el colegio cuando un curso se gradúa, que es ver que os hemos dado todo lo que tenemos, que lo hemos hecho lo mejor que hemos sabido, pero que ahora depende de vosotros, y da vértigo. ¿Por qué da vértigo? Pues da vértigo porque quizá los adultos sabemos de un modo un poco distinto en qué mundo estamos.