
Descripción de Boda Carlos y Daria 1o3a6l
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Habéis elegido unas lecturas muy bonitas, Carlos y Daria, muy bonitas y también muy significativas, porque si os habéis fijado, la primera lectura nos habla de cuando Dios crea al hombre y a la mujer como complementarios. Dios sabe que en el corazón del hombre, que en el corazón de la mujer, hay un deseo de darse, de donarse mutuamente. Y cuando uno encuentra el amor de su vida, expresa esto que Adán decía, de aquella manera, algo de su época, esta sí que es carne de mi carne y huesos de mis huesos, como diciendo, esta sí que es lo que me completa, lo que me complementa, lo que me hace sentir lleno, lo que me hace sentir llena.
Y eso es lo que significa el enamoramiento, que no siempre tiene por qué ser una cosa extraordinaria con grandes sentimientos y flores, sino a veces es un proceso en el cual voy descubriendo que el otro me complementa, que el otro es un regalo de Dios para mí. Y al ser un regalo de Dios para mí, pues yo lo acepto, agradecido, agradecida, sorprendido, sorprendida, porque descubrimos que es un regalo inmerecido, que he hecho yo para merecerte. Este debería ser el grito del corazón de todo hombre y de toda mujer cuando se acerca al sacramento del matrimonio. Que he hecho yo para merecerte, que he hecho yo para merecerte. Esta actitud de sorpresa y de agradecimiento.
Qué hermoso es que tú, Señor, me hayas regalado a este hombre, me hayas regalado a esta mujer para poder caminar con él, con ella, hasta el cielo, hasta la vida eterna. Qué bendición más grande, Señor. Qué bendición más inmerecida, más inmerecida. Yo recuerdo una vez, estando con mi exnovia, que estaba yo mirándola y le digo, ¿pero tú qué has visto en mí? ¿Qué has visto tú en mí para salir conmigo? ¿Qué has visto? Porque cuando uno está enamorado se da cuenta de que no, de que no eres digno. Y esto es hermoso. En el grito de Adán lo que manifiesta es eso. Había dicho el Señor, no es bueno que el hombre esté solo. Aquí el hombre no se refiere al varón, se refiere al ser humano. No hemos sido creados para estar solos, sino para vivir acompañados.
Luego hay personas que, por circunstancias que sean en la vida, se quedan solas o eligen la soledad. Esto no quiere decir que tenga nada de malo. Yo he elegido el celibato y el celibato conlleva vivir solo, pero vivir solo humanamente hablando. Sin embargo, espiritualmente hablando, yo sé que nunca estoy solo. Y hay personas también que, por circunstancias de la vida, pues viven solas. Pero eso no quiere decir que sean unos solos, soledosos, solitarios, que estén abandonados y que estén ahí amargaos, sino que son amigos de Dios. Son amigos de Dios.
Y Dios está en esa intimidad acompañando, amando y dando fuerza. Por eso es tan importante comprender ninguno estamos llamados a estar solos. Ninguno, absolutamente ninguno. Si alguno por circunstancias lo está, sepa que el Señor está con él, siempre acompañando. Siempre acompañando y que también nos da una ayuda humana. Es decir, vosotros no os amáis solo espiritualmente, os amáis corporalmente, carnalmente. Porque Dios nos ha creado necesitados de abrazos, necesitados de cariño, necesitados de aceptación, necesitados los unos de los otros. Y eso es algo que es hermoso y que es bonito. Y Dios siempre nos lo da.
Nos da personas que nos acompañan y que nos quieren, están con nosotros y que nos dan su apoyo. Y además, el evangelio que habéis escuchado es un texto en el que Jesús retoma este texto del libro del Génesis. Lo retoma, supongo que lo habéis elegido a propósito, lo retoma como para darle un sentido aún más profundo.
Porque el primero decía, abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. Y a Jesús le preguntan, porque a pesar de que el Señor había dicho esto, se había metido en la mente de Israel una mentalidad divorcista, una mentalidad sobre todo machista, de que el hombre podía despreciar a la mujer por cualquier motivo, si no le gustaba.
Y a Jesús le preguntan por este tema, ¿le es lícito despedir a su mujer por cualquier motivo? Y Jesús responde de un modo totalmente sorprendente, algo que era inesperado para esa época y que hoy en día, con la mentalidad divorcista que reina en nuestro mundo, también sigue siendo algo que suena como algo novedoso y como algo que puede chocar. No habéis leído que serán una sola carne, no habéis leído que serán una sola cosa. De modo, dice que ya no son dos, sino una sola carne.
Este modo de hablar es un modo, desde el punto de vista, no de que se fundan en una sola bola de carne, sino en el sentido de que se unen con una unidad tan completa, corporal, que no es
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