Sobre Jesucristo 1c4zp

Si estuviéramos en el ciclo A de las lecturas, estas estarían todas orientadas al juicio. Pero estamos en el ciclo B y las lecturas destacan la otra dimensión, rey. Ahora meditamos, después de hablar sobre las lecturas, sobre Jesucristo como rey. ¿En qué sentido es rey? ¿Qué nos transmite a nosotros eso?

Estamos en el domingo XXXIV del Tiempo Ordinario, cuando celebramos la solemnidad de Jesucristo, rey del universo. Además, estamos en el ciclo B (pasaremos la próxima semana al ciclo C). A continuación de este domingo vendrá el Adviento y la espera del nacimiento.

La meditación va a procurar adelantar algún punto importante e interesante del tema del jucio final. Un tema nada fácil. Las lecturas nos han anunciado la venida gloriosa del Señor, pero hemos visto que es inseparable al juicio final. Hemos hablado poco, en los últimos años, del jucio final.

Hablamos de las lecturas del domingo XXXIII del Tiempo Ordinario, ciclo B. Vamos a prepararnos para vivir, gozar y experimentar el mensaje de Dios este domingo, abocándonos ya al término del año litúrgico. La primera lectura está tomada de Daniel, un profesta apocalíptico...

Continuamos en la meditación ampliando el mensaje de este domingo, pero recogiendo la enseñanza del día de los santos y del día de los difuntos que acabamos de celebrar. Comprendemos ahora mejor el sentido de estas conmemoraciones desde la reflexión a la luz de Cristo, fuente de toda santidad.

Estamos en el domingo XXXII del Tiempo Ordinario en el ciclo B. Es 7 de noviembre y hace unos días celebramos la festividad de los santos. El día 2 celebramos la conmemoración de los fieles difuntos. Aunque el comentario va dirigido al domingo, vamos a recordar el mensaje que nos han dejado estas dos fiestas, integrándolas en la reflexión de este domingo.

Me gustaría intentar explicar, en pocas palabras, algo que ni yo mismo termino de ver ni comprender. De ese modo entenderíamos mejor la vinculación entre el primer y el segundo mandamiento. Aunque sea solo asomarnos a la idea para contemplarla e intertar entenderla, vamos a intentarlo.

Hablamos de las lecturas del domingo XXXI del Tiempo Ordinario. La primera de ellas está tomada de un pasaje esencial del Antiguo Testamento, en el capítulo sexto del libro del Deuteronomio que se sitúa en un discurso de Moisés al pueblo. Pero lo más importante es el enunciado del primer mandamiento: El Señor es solamente uno, amarás al Señor, tu Dios...

Vamos a continuar con el tema de la ceguera, pero más sobre la ceguera espiritual que sobre la ceguera física. Recordamos el famoso poema: «Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser, ciego en Granada». En este caso la belleza ocupa tanto la mirada que ni se habla de la ceguera en sí.

Entramos en el domingo XXX del Tiempo Ordinario. Jeremías 31, 7-9 es la primera lectura. El capítulo es alegre, optimista, tierno. Se trata de un mensaje sobre el triunfo de Dios sobre el pecado del pueblo que ha sido destruido. El final del capítulo es la promesa de la nueva alianza: os daré un Espíritu, un corazón....

Seguimos nuestra meditación en línea con las lecturas anteriores puesto que todas nos llevan a lo mismo: Jesús, el siervo; Dios, servidor del hombre. Siempre ha habido siervos, de un modo u otro, siempre ha habido servidores. Conviene caer en la cuenta de esta distinción entre el señor, que manda; y el siervo, que obedece.

Hablamos sobre las lecturas de este domingo XXIX del Tiempo Ordinario en las lecturas del ciclo B. La primera lecturas es corta, muy corta, un par de líneas de Isaías 53, el tercer Canto del Siervo que predice la muerte expiatoria del Siervo de Dios, de Cristo.

Seguimos inspirándonos en la oración de Salomón, pidiendo la sabiduría para saber lo que realmente vale, frente a todo lo demás que la vida nos ofrece. Queremos un orden de preferencias, claro, sin confusión. La sabiduría no es, en primer lugar, fruto del estudio, aunque el sabio ama el estudio y lo practica con pasión.

Hablamos de las lecturas del domingo XXVIII del Tiempo Ordinario. La primera lectura nos marca el camino de la sabiduría como fondo temático para todas las lecturas. Porque me has pedido la sabiduría, la tendrás, pero lo restante también. Salomón no pide riquezas, poder, pide sabiduría. En concreto, en la diócesis de Ciudad Real, estas no serán las lecturas que se leerán este domingo, puesto que es la solemnidad de santo Tomás de Villanueva.

¿Sobre qué hablaremos? Sobre las lecturas, especialmente, claro, sobre varón y mujer, matrimonio, hijos. Profundizamos en las sugerencias del primer audio. Hoy vivimos una crisis de matrimonios, una crisis del matrimonio. De familia y de natalidad. Frente a esa crisis se levanta la esperanza cristiana.

Llegamos al domingo XXVII del Tiempo Ordinario y hablamos del matrimonio y los hijos. Además, con un inciso de la Carta a los Hebreos que nos habla de la humanidad de Jesucristo. Comenzamos con el Génesis, con la creación. Matrimonio, hijos, pecado... empezamos con una frase que abre la puerta: «No es bueno que el hombre esté solo».

Vamos a la meditación de este domingo XXVI. Para ello elegimos comentar finalmente esta línea de los pobres, de la epístola de Santiago, para cerrar el sentido de estos últimos domingos que nos han hablado de los pobres. ¿Tanta insistencia en el tema? Pues, por los resultados, por los frutos, lo veréis. Ya podemos decirlo, pero es un asunto que no entra en las entrañas de la fe cristiana de una mayoría.

Llegamos al domingo XXVI del Tiempo Ordinario. En las lecturas, la primera está tomada del libro de los Números. Ha llegado un momento en el que Moisés no puede liderar solo el pueblo. Por esta razón, pide que Dios les dé su Espíritu a los ancianos para que gobiernen y juzguen...

La meditación de este domingo la podríamos titular como la famosa novela «El poder y la gloria». Jesús ha elegido a los Doce y ha pasado la noche en oración porque era algo importantísimo, los futuros cimientos de la Iglesia del Señor. Esto, para Jesús, no era algo secundario. Les instruye sobre el deseo de poder...

El Domingo XXV del Tiempo Ordinario abre con una lectura del capítulo 2 del libro de la Sabiduría. Se trata de la prueba del justo. En primer lugar, narra una especie de conspiración contra el justo, bien para anunciar que fracasará o de personas que aseguran que el justo triunfará por la presencia de Dios.