El comensalismo en la Semana Santa de Doña Mencía 11u3a

DEPREGONES Y TROMPETAS, un espacio semanal sobre los orígenes de la Semana Santa de Doña Mencía con Antonio Cantero en Onda Mencía Radio.

En la 107.6 FM tenemos una nueva edición de DEPREGONES Y TROMPETAS, así que saludamos ya al cronista oficial de Doña Mencía, Antonio Cantero, muy buenas.

Hola, un saludo a todos los oyentes de Onda Mencía Radio. El programa de hoy será para poner de manifiesto que además del carácter religioso de las celebraciones de Semana Santa, también debemos de tener muy presente que los actos organizados por las cofradías, que los podemos denominar manifestaciones de religiosidad popular, siempre está también presente la dimensión festiva y ser un ámbito donde prima la sociabilidad entre los cofrades que forman parte de la hermandad.

Y esta dimensión festiva, esta sociabilidad, estos momentos de encuentro, ¿dónde se refleja? Bueno, pues con respecto a dónde se refleja, pues desde la propia fundación de las cofradías hermandades en Doña Mencía, pues se refleja en lo que conocemos como convites, que tienen lugar de forma tradicional.

Ya hay cofradías que lo hacen antes de la estación de penitencia, al final de la procesión, donde se ha articulado el comensalismo, del que hablaremos más adelante, explicando su contenido y alcance. Es un dato incontestable que fue la propia iglesia la que, desde el siglo XVI, tomó la decisión de fomentar que se procediera a la fundación de todo tipo de cofradías hermandades, no sólo penitenciales, también de gloria, o patronales, pues iban a desempeñar un papel muy relevante al constituirse como baluarte en defensa de la contrarreforma y muro de contención frente a la idea luterana. Estamos en el siglo XVI.

Sin embargo, además de la función indicada en defensa del catolicismo, este tipo de entidades pronto superaron con creces esa función que le atribuyó originalmente la autoridad diosesana, el clero, vamos, el obispo, pues pronto pasaron a desempeñar un destacado y relevante papel en lo que se refiere a manifestaciones de religiosidad popular, o sea, todo lo relativo a celebraciones festivas, procesiones, rosarios en las calles y rogativas públicas de las que hemos hablado en más de una ocasión, que es lo que se conoce, eso, como he dicho, manifestaciones de religiosidad popular, hasta el punto que durante el siglo XVII fue el momento de mayor profusión de este tipo de actos que eran muy del gusto de la sociedad barroca de ese momento.

Al final hay muchos tipos de celebraciones, ¿no?, en torno a la religiosidad que han evolucionado y han tenido distintos fines a lo largo del tiempo, ahora lo comentaremos, pero no sé si alguna vez han sido objeto de control o prohibición por parte de las autoridades eclesiásticas, porque al final estamos hablando de comportamientos festivos que no son celebraciones estrictamente religiosas.

Es cierto lo que dices, hasta el punto de que no solo fueron las autoridades eclesiásticas, sino también las civiles las que tomaron medidas de control e incluso prohibición. Nos vamos al siglo XVIII, con las ideas racionalistas de la Ilustración, que iban a ser muy críticas con las manifestaciones de religiosidad popular, pues las consideraban que se limitaban a lo externo y formal, encareciendo de austeridad, disciplina y verdadera vida religiosa.

Esta situación va a dar lugar a conflictos, pues van a ser objeto, como he dicho, de control o prohibición por ambas autoridades, que como señala Álvarez Santalo, cooperan con la finalidad de racionalizar y purificar la religión popular de ese enorme ganga de conductas tópicas, supersticiosas, formalistas y aberrantes. Álvarez Santalo era catedrático, ha fallecido este año, catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla. Imaginaros, en un sitio como Sevilla, plantear estas cuestiones, pues era un poco complicado, pero el hombre es un tío valiente.

Por ello, las cosas días, en cuanto a cauce organizativo de las expresiones religiosas, iban a ser objeto, en la segunda mitad del siglo XVIII, de un control ideológico y económico por parte de ambas autoridades, civiles y eclesiásticas. Junto a los gremios fueron los únicos fenómenos asociativos que estaban autorizados en España durante el antiguo régimen.

O sea, en ese momento histórico, las únicas asociaciones que se permitían prácticamente eran las cofradías. Durante el siglo de las luces, es decir, el siglo XVIII, se pretendió un exhaustivo control económico de las cofradías, por cuanto se criticaba que sus recursos económicos se gastaban en fines distintos.