Vive de corazón: Persigue tu felicidad sin miedo | David Corbera 2y1g47

El mejor terapeuta es la vida, porque siempre nos proporciona aquello que necesitamos.

La vida aprieta porque yo necesito un cambio.

Es un acto de sinceridad el que hace la vida conmigo cuando la vida me trae conflictos, porque es, de nuevo, gracias a los conflictos, como el ser consciente de que yo no estoy cómodo.

¿Con quién soy? Es un movimiento a un nuevo mundo, un nuevo mundo que es desconocido, que es inhóspito, inexplorado y que no sabemos cuáles son las leyes de ese mundo.

Y ese mundo no es otro que una nueva identidad que tiene que surgir de nosotros.

Y quizá el viaje que muchos y muchas habéis venido a hacer es precisamente este.

Es decir, cómo me deshago del miedo a quitarme esta coraza y a mostrarme cómo soy.

¿Cuál es lo que mi corazón me pide hacer? Porque mi corazón, en algunas ocasiones, me va a pedir quitarme esa armadura y empezar a abrazarme.

Esa disonancia entre cómo me veo y cómo me ven y quién realmente soy, el personaje que se come a la persona, ¿entendéis? El personaje que fagocita al ser que lo habita.

Esto es algo de lo que tenemos que estar muy atentos siempre.

¿Cuál es la manera de saber si el personaje se me ha comido? ¿Cómo lo sé? Pues lo sé por el nivel de conflictos que acontecen en mi vida.

Más hartazgo interior, más conflictos exteriores.

Si yo estoy cómodo con quién soy, esa sintonía interna también se transmite en una especie de sintonía vital con todo lo que me sucede.

Pero si yo estoy mal conmigo mismo o conmigo misma, si yo no me soporto, a pesar de que yo trate de escondérmelo con mis defensas psicológicas, el mundo me va a mostrar eso.

La conciencia que me sostiene, esa conciencionidad o esa conciencia transpersonal, me va a hacer entender que yo no estoy cómodo conmigo mismo.

Es un acto de sinceridad el que hace la vida conmigo cuando la vida me trae conflictos.

Porque es, de nuevo, gracias a los conflictos, como el ser consciente de que yo no estoy cómodo con quién soy y que busco un cambio.

La vida aprieta porque yo necesito un cambio.

No os olvidéis de esta premisa que estoy diciendo ahora, porque es fundamental tener en cuenta cada vez que un cliente se va a sentar enfrente de vosotros y os va a explicar un problema.

Porque, en el fondo, eso no es un problema.

No lo es.

¿Entendéis? Mejor terapeuta es la vida, porque siempre nos proporciona aquello que necesitamos.

Siempre nos fuerza a ir hacia una dirección que, en el fondo, queremos.

Siempre.

Esta es la única manera de...

O sea, cuando... Y esto no es...

Ya, David, pero porque tú lo dices.

No, no es una cuestión de que alguien lo dice.

Es una cuestión... Es una certeza.

Porque entonces...

Siempre estás en el sitio adecuado.

Siempre recibes las experiencias adecuadas.

O sea, todo está como supuestamente debería estar.

Y que las cosas me disgusten no significa que estén en un sitio incorrecto o que estén pasando de una forma incorrecta.

Y que me gusten no significa, precisamente, que estén bien.

Ahí es cuando podemos discernir aquello, nuestras animadversiones, nuestros estados emocionales, frente a aquello que pasa.

Porque a quien no le gusta lo que pasa es al personaje.

A quien le gusta lo que pasa es al personaje.

¿Entendéis? Nuestra identidad no tiene demasiado criterio.

Sencillamente aprovecha todo lo que pasa. Siempre.

Siempre lo aprovecha.

Y nuestra veredad de identidad a veces sabe...

Juega un poco al juego de la ambivalencia.

Y sabe que cuando las experiencias no nos gustan, quizás son las que necesitamos.

Y cuando las experiencias nos gustan, quizás porque nos resultan cómodas y, por lo tanto, frenan nuestro proceso de desarrollo.

Otra de las premisas que creo y espero que se hayan instaurado durante este curso es que nunca os fiéis de vosotros mismos.

Nunca os fiéis de la primera sensación que os provocan las cosas.

Y que os provocan las circunstancias.

Dudar siempre.

Porque en la medida que dudéis de vosotros y de la primera sensación, también dudaréis del discurso del cliente.

¿Entendéis? Y no vais a ser condescendientes ni complacientes.

Sino que no os vais a fiar.

Y vais a decir, va, esta persona está tan atrapada como yo.

Y se cuentan las mismas historias que yo me cuento.

¿Entendéis?