El té de los locos 4x13 - Sentirse vivo, locamente vivos 3z1w1l

Buenas y bien tardes, señoras y señores, es la hora del té.

En estos momentos hay una gran variedad de té, como ya dije en otros programas, no? Existen muchos, el tipo verde, negro, rojo, sabor manzana, en fin, un ETC bastante largo y extenso, cada vez sacan más tipos de infusión, así que podéis elegir el que os plazca mientras escucháis este programa. Así que, a pesar de lo complicados que son nuestros oyentes, camarero, por favor, sírvanos. No olvides que este extraordinario programa, y lo sigo llamando extraordinario porque me parece que todavía que podamos hacerlo es una aventura bastante interesante, se escucha por hondacampo, a los que estamos muy, muy agradecidos que nos den la oportunidad de poder hablar aquí de cosas que creo que nos interesan a nosotros y al resto de la gente.

Se puede escuchar por una página que existe de Facebook que se llama El té de los locos, por e-books y por Spotify, ¿no? Y como he dicho en ocasiones y esa es mi verdadera intención, y es la que me gusta pensar, ¿no? Que se filtrará por donde le apetezca y que demostrará tener autonomía y vida propia, que tenga la autoestima muy alta, el propio programa, que lo hacemos los demás, sí, pero yo creo que el programa tenga la autoestima muy alta y que se guste a él mucho, ¿no? El absurdo nace cuando el ser humano busca sentido en un universo indiferente, pero ese absurdo surge en fuerza, ¿no? Y una de ellas es la rebeldía, que es muchas veces con lo que yo básicamente me identifico. La libertad y la pasión.

Ese absurdo nos lleva a eso, a la rebeldía, a la libertad y a la pasión. Acertar que la vida carece de sentido, inherente, no es una resignación, es un llamado a vivir plenamente, a crear significado en cada acto, porque incluso en el silencio del mundo la existencia merece ser abrazada, y esto lo dice uno de los grandes que es Albert Camus. Comenzamos. Hoy, y como siempre, está con nosotros Guadalupe Albarca, nuestra reina consorte, y yo la inevitable reina de Inglaterra, y la que os invita al té. Las cosas como son. Hoy voy a tener demasiado presente a Albert Camus, por razones obvias, que ya iré descubriendo y escuchando más adelante. La única culpa real es ceder ante el deseo. Hay frases que marcan un antes y un después.

Esta es de Jacques Lacan, que atraviesa el alma. Dice, la única cosa de la que se puede ser culpable es de haber cedido en el deseo. Y es verdad, muchas veces cuando caemos en el deseo de aquello que nos apetece, independientemente de las consecuencias, pues nos hace sentir ese sentimiento de responsabilidad o de culpa, que a mí la palabra culpa la odio y no la quiero utilizar. Pero bueno, la vamos a aceptar aquí porque esto está entrecomillado y es un texto de él. Esto no es una invitación al capricho, no se trata del deseo superficial de tener o de poseer. Hablamos del deseo más profundo, ese que nos construye, que empuja la vida hacia un cauce singular. Muchos llegan a la consulta de un psiquiatra, estos que lo nombran un psiquiatra, sin saber qué les pasa.