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Soldado de fortuna (1998) #audesc 6f1u72
Descripción de Soldado de fortuna (1998) #audesc 5o6l3p
Marsella, años 20. Un boxeador ha desafiado a la mafia al intentar rescatar a su amante de las manos de un gángster. Para eludir el peligro, se alista en la legión sa y lo trasladan a Marruecos. Allí participará en una peligrosa misión, en el corazón del desierto, a las órdenes de un tiránico oficial... 6s5jm
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
En la cumbre de su gloria, la Legión Extranjera sa estaba formada por hombres considerados, comúnmente, como la escoria de la sociedad.
Se trataba de un ejército de mercenarios destinados en las colonias del norte de África y el sudeste asiático.
Sin embargo, sus soldados no juraban lealtad a Francia, sólo lo hacían a la Legión y a sus compañeros.
La Legión no indagaba en el pasado de sus hombres, tampoco les ofrecía muchas esperanzas de futuro.
Los legionarios luchaban mientras un solo hombre quedaba en pie, fuera cual fuera el conflicto, fuera cual fuera la causa.
Se trataba de una forma difícil de conseguir una segunda oportunidad en la vida.
Sobre fondo negro, se presentan los créditos en alemán.
Eduard Pressman presenta una producción de Long Road en colaboración con Quadra Entertainment.
Jean-Claude Van Damme es Allen Lefebvre, soldado de fortuna.
Adey Wolley, A.K. New Age Baljey es Luther.
Steven Birkhoff es el sargento Stein Kampf.
Nicolás Farrell es McIntosh.
Jim Carter es Lucien Galgani.
Anna Sofrenovich es Katrina.
Daniel Caltagirone es Guido Rossetti, dirigida por Peter McDonnell.
Marsella, 1925.
En un cabaret, una mujer apura su copa en la barra y corre a la pista de baile.
Otras cuatro mujeres la imitan.
Visten de cancan y llevan maquillada la cara en tonos vivos.
Los clientes sentados a las mesas se divierten con el espectáculo.
Se levantan el cancan y exhiben las medias y los ligueros bajo las faldas.
Levantan las piernas por encima de sus cabezas.
Las cinco se posicionan de espaldas al público, se levantan y se levantan las faldas.
Los hombres, sentados a la mesa, ríen y dan palmadas al compás de la música.
Un camarero con mandíl y pajarita avanza entre las mesas con una bandeja cubierta con un tapete rojo.
Sirve dos copas de champán en una mesa.
Un cliente camina por el salón y cruza la mirada con otro que fuma.
Este apaga su cigarrillo y se dirige a paso ligero a la barra del local.
Apoyado en ella, un hombre bebe.
No, no, no, no, tenemos que hablar, ¿eh? Te hiciste a medianoche.
No te preocupes, te aseguro que vendrá.
A mi hermano no le gusta que le hagan esperar.
Es una falta de respeto.
Te lo prometo.
¡Diez minutos! Le da una bofetada.
René se marcha.
En el salón las chicas bailan cancan.
Al local llega un elegante hombre acompañado de dos bellas mujeres.
Maxime se acerca a ellos.
¿Chicas? ¡Quedar contigo! Tenías que haber venido hace una hora, por Dios, Ale.
No puedes echarme una mano por una vez.
¿Pero por qué tienes que hacerlo todo tan difícil? Vamos, Maxime, a ti te encanta.
No te librarás fácilmente, sobre todo después de lo que me ha costado organizarlo.
Gazzani ha invertido mucho en este asunto.
Tenemos la oportunidad de ganar dinero.
Y quizá esta vez no nos lo pulan para bailar.
Las bailarinas saltan al suelo, caen de piernas abiertas.
Agitan con ambas manos sus faldas ante los clientes.
¿Qué hay, Julo? ¿Cómo va tu mandíbula de cristal? ¿Qué es eso?
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