EP230: regala el perdón 6e6vt

Vivimos tan conectados a la tecnología que nos hemos olvidado de lo más importante, nuestra conexión con Dios.

Cargado de emociones, introspección, autenticidad y mucho corazón, cada episodio acompaña a Conchita Vargas Lugo a un viaje transformador y revelador, en donde el fin principal es regresar a nuestra esencia para conectar con Él, nuestro Creador.

Esto es Elijo Creerle a Dios, el podcast.

Hola amigos, amigas, ¿cómo están? Otro Jueves Juntos, otro podcast.

Ya tenía algunas semanas que no hacía podcast, porque siempre los hago por adelantado, porque los hago conforme el Señor me va diciendo.

Y hace rato el Señor puso en mi corazón que les hablara del siguiente tema.

La vida se fue muy rápido, empezó a irse velozmente.

Inclusive, yo no sé si lo han notado ustedes, pero el día para mí no dura 24 horas.

Se va muy rápido, me acuesto y ya me levanté. Antes no era así.

Pero también esa rapidez de todo, que sea en microondas, que todo sea rápido, que todo sea fácil.

Tanta impunidad, tanta falta de la verdad.

Porque hoy todo mundo tiene su propia verdad, pero eso no es así.

El único que tiene la verdad absoluta es Dios.

Y Dios puso sus normas y sus reglas.

Y el temor de Dios es algo sano.

Temor de ofenderlo, de lastimarlo, de no seguir sus indicaciones, porque al final de cuentas es Dios.

Los mandamientos fue lo primero que el Señor dio.

¿Se acuerdan? En las tablas de Moisés.

Él las escribió con su propio dedo.

Y hay varios mandamientos que ya ni siquiera se toman en cuenta, ni se siguen.

Y eso está muy mal porque el pecar contra los mandamientos se nos va a pasar factura.

¿Lo queramos o no lo queramos? Pero hay un mandamiento, que creo que es el cuarto, que dice honrarás a tu padre y a tu madre para que tengas una larga vida.

Es el primer mandamiento con una promesa, para que tengas una larga vida.

Pero hoy los padres no son honrados.

Y yo quiero hablar de esos padres o esas mamás que te causaron mucho dolor, que te abandonaron, que te unsaron, que te violaron, que te hicieron cosas indecibles, que lastimaron tu autoestima, que de tonto no te bajaban.

Yo quiero hablarte de esos papás y mamás que se equivocaron, que lo hicieron muy mal contigo.

Eso existe y seguirá existiendo, porque todos somos humanos.

Pero en la Biblia dice que el juicio es del Señor, no de nosotros.

Que la venganza es del Señor, no de nosotros.

Y que nosotros, por sobre todas las cosas, debemos de perdonar.

No porque la gente se merezca ser perdonada, sino porque tú te mereces perdonar para dejar atrás la amargura, el daño que te hace el no hacerlo, y el poder cerrar la página y darle la vuelta.

Nuestro Señor Jesucristo murió en esa cruz por el perdón de los pecados, pequeños o grandes, que para mí hay pecados, no son grandes ni pequeños.

Hay cosas abominables, sí, pero el Señor pagó con su sangre para que nuestros pecados estén saldados.

Pero la amargura, la falta de perdón, el resentimiento, el rencor, el odio hacia alguien que te dañó, y en este caso estamos hablando de los papás, es algo tremendo.

Es algo con que no mereces seguir cargando.

Te recomiendo que le regales a tu papá y a tu mamá, a la persona que te lastimó, le regales el perdón.

Tu alma va a descansar, tu corazón se va a librar de raíces de amargura.

Vas a poder sonreír y vas a tener una larga vida.

Déjale al Señor el juicio, la venganza, el que pase la factura.