
Los botes del Glen Carrig de W. Hope Hodgson - Capítulo 17: Cómo llegamos a nuestra patria 1933r
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Los botes del Glen Carrig (Valdemar, 2002), del inglés William Hope Hodgson (Essex, 1877- Ypres, Bélgica, 1918), constituye una de las cumbres del llamado “terror marino” y sitúa a su malogrado autor entre los principales artífices de la literatura sobrenatural y de horror de principios del siglo XX, con unas raíces que se hunden hasta una de las obras más extrañas de Edgar Allan Poe y cuya influencia toca a otro de los genios más contemporáneos del género, Howard Phillips Lovecraft. 2d3y3i
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Cómo llegamos a nuestra patria cuando llegó el día en que deberíamos abandonar la proximidad desde la isla y las aguas de aquel mar desconocido estábamos todo muy contentos y cumplimos con gran alegría las tareas necesarias en poco tiempo llevamos el ancla lote fijamos el rumbo del barco hacia estribor y poco después conseguimos declinar lo sobre la mura de babor lo que no resultó demasiado difícil a pesar de que la parejo funcionaba pesadamente como era previsible tras poner el barco en marcha fuimos del lado de sotavento para contemplar la solitaria isla por última vez los hombres del barco vinieron a nuestro lado y durante un rato silencio mientras ellos miraban popa sin decir nada pero nosotros nos comprendemos pues sabíamos algo de los años transcurridos en ese momento el contra maestre se acercó a la tortilla y llamó a los hombres a reunirse en popa todos lo hicieron incluso yo que había llegado a considerarlo muy buenos compañeros allí sirvieron ron a todos y fue la señorita madison quien nos lo advirtió del balde de madera que la cocinera había traído desde la defensa después del ron el contra maestre ordenó a la tripulación que sacar a las herramientas de la cubierta y asegurar a todo yo me disponía a ir con los demás habituados a trabajar con ellos pero él me pidió que lo acompañara a la tortilla allí me reconvino respetuosamente recordando que ya no hacía falta que trabajará dado que había vuelto a mi antigua situación de pasajero como la había sido en el green card y antes del naufragio pero a estas palabras suyas yo contesté que tenía el mismo derecho que cualquiera trabajar por el viaje de vuelta ya que si bien había pagado un pasaje para alentar y no lo había hecho para el simple que así se llamaba el barco poco dijo el contra maestre ante esta réplica mía pero advertí que le agrada mi espíritu desde entonces y hasta que llegamos al puerto de londres hice mi parte en todas las tareas de aborto pues ya me había vuelto bastante diestro en ese oficio en una cosa sin embargo aproveche mi situación anterior decidía alejarme en popa lo cual me permitió ver con frecuencia mi amada la señorita aviso el día que partimos de la isla después de la cena el contra maestra y el segundo oficial eligieron las guardias y quede muy complacido al ver que estaba en la del contra maestre luego ordenaron a la tripulación cambiar el rumbo de la nave cosa que logramos para satisfacción de todos ya que con ese aparezco y con tanta vegetación el fondo habían tenido que nos hubiéramos obligados a mirar en cuyo caso habremos perdido mucha distancia hacia sotavento mientras que deseábamos avanzar lo más posible hacia el viento ansioso como estábamos de poner distancia entre nosotros y el continente de algas ese día corregimos dos veces más el rumbo aunque la segunda fue para esquivar un gran banco de altas que flotaba adelante de la proa todo el mar a barlovento de la isla hasta donde habíamos podido ver desde la cima de la colina más alta estaba cubierto por miles de masa flotantes de algas crecida lotes y en algunos sitio a extensos arrecifes a causa de ellas todo el mar que rodeaba la isla permanecía muy tranquilo y liso y en su costa nunca había manejada ni siquiera alguna hola que rompió contra ella desea que durante muchos días había soplado un viento fresco anoche ser nos inclinamos de nuevo sobre la mora de vapor haciendo alrededor de cuatro por hora aunque de haber tenido parejos adecuado y fondo limpio habríamos estado haciendo ocho nueve con una brisa tan buena y un marta sereno hasta ese momento pese a todo nuestro avance había sido muy razonable pues la isla quedaba ya unas cinco millas sotavento y alrededor de quince popa así nos preparamos para la noche poco antes de oscurecer sin embargo descubrimos que el continente de algas venía hacia nosotros de modo que lo pasaríamos tal vez a una distancia de más o menos media milla
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