El grande de España 4q1r70

El grande de españa de honores de balzac en el momento de la expedición emprendida en mil ochocientos veintitrés por el rey luis dieciocho para salvar a fernando séptimo del régimen constitucional yo me encontraba por casualidad en tu camino de españa la víspera de mi marcha fui al baile en casa de una de las mujeres más amable fe esta ciudad en la que como es sabido se divertía más que en ninguna otra capital de provincia y poco antes del supe pues se supe a un tus me a un grupo de tertulianos en medio del cual un señor que me resultaba desconocido contaba una aventura el orador llegado muy tarde al baile había cenado según creo en casa recaudador general al entrar se había incorporado a una mesa de café té luego tras haber pasado varias veces para alegría de su contrincante cuyo equipo perdía se había levantado vencido por un subteniente de carabineros y para consolar se había participado en una conversación sobre españa ya tengo habitual de mi disertación es durante el relato examine con un interés involuntario el rostro y la persona del narrador era uno de esos seres de mil rostros que se parecen a tantos tipos que el observador queda indeciso y no sabe si tiene que incluir entre las personas de genio modestas o entran los intriga ante su paternos en primer lugar estaba condecorado con la cinta roja pero ese símbolo demasiado prodigado ya no prejuzgar nada a favor de nadie tenía una chaqueta verde y a mí no me gustan las chaquetas verde en un baile cuando la moda aconseja a todo el mundo llevar traje negro además llevaba pequeña sevilla metálicas en los zapatos en lugar de lazos de seda su pantalón era de un casimiro horriblemente desgastado y su corbata estaba puesta en definitiva vi que no le daba demasiada importancia el atuendo podía ser un artista sus gestos y su voz tenían no sé que vulgar y su rostro presa de los rumores que el trabajo de la digestión le imprimió no realizaba por ningún rasgos sobresaliente el conjunto de en su persona tenía la frente despejada y poco cabello en la cabeza de acuerdo con todos esos diagnósticos dudaban hacer de él un consejeros de preceptora o un antiguo comisario de guerra pero al verlo posar la mano sobre la manga de su vecino de manera magistral lo incluí en la categoría de los escribanos los burócratas y sus compinches finalmente estuve completamente convencido de mi observación cuando note que solo era escuchado por su historia ninguno de los oyentes le concedió a esa atención sumisa y esas miradas complacientes que son privilegio de las persona muy consideradas no se si pueden imaginarse al hombre llenándose la nariz con tomas de rape hablando con la rapidez de las personas con prisa por terminar su discurso por miedo a que se les abandone por lo demás expresándose con gran facilidad contando bien las cosas dibujando de un trazo hizo y jovial como un bufón de regimiento para evitarle el tedio de las direcciones me permito traspasar su historia a un estilo narrativo y añadirle ese toque didáctico necesario a los relatos que de la charla informal pasan al estado tipo gráfico algún tiempo después de su entrada en madrid el gran duque de bel invito a los principales personajes de esta ciudad a una fiesta sa ofrecida por el ejército a la capital recién conquistada pese al esplendor de la gala los españoles no se mostraron en ella muy sueños sus mujeres bailaron poco en definitiva que los invitados jugaron y perdieron o ganaron mucho los jardines del palacio estaban bastante plenamente iluminados como para que las damas pudieran pasearse por ellos con tanta seguridad como lo habrían hecho en pleno día la fiesta era imperial mente bella y no se escatimó nada con el fin de darle a los españoles una elevada idea del emperador si querían juzgarlo a partir de sus lugartenientes