
5ª Meditación - Juan 2.6. Don Jesús Higueras. 2n4v24
Descripción de 5ª Meditación - Juan 2.6. Don Jesús Higueras. 5g20n
5ª Meditación - Juan 2.6: Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Ejercicios Espirituales de la Parroquia Santa Maria de Caná. Don Jesús Higueras Esteban 2025. 3b5p26
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En el versículo número 6, dice el autor del Evangelio, había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos 100 litros cada una.
Y curiosamente sabéis que en la Biblia el número 7 es el número de la perfección, Jesús crea en 7 días, es el número de la plenitud, de hecho cuando Pedro le dice cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano, 70 veces 7, le dice Jesús como diciendo siempre.
Antes hablábamos de que solamente el compromiso de amor da valor a la vida, pero todos tenemos la experiencia de que la imperfección, ya ni siquiera los límites, sino que dentro de nuestros límites existe la imperfección. Esa imperfección nos lleva a las cosas que tenemos que hacer, hacerlas mal. San Pablo tiene una experiencia que era, el bien que quiero hacer no lo hago, y el mal que no quiero hacer, ese es el que hago.
Es un misterio que se da en cada ser humano, y de hecho algunos autores que comentan el Evangelio dicen que a la vez que esas 6 tinajas representan la imperfección, a la vez como eran de piedra representan las tablas de la ley que Moisés recibió, unas tablas de piedra que Moisés recibe y que en definitiva es ese mensaje que la ley no nos hace perfectos.
La purificación del corazón, porque pensad que las tinajas eran para las purificaciones de los judíos, eran unas tinajas de agua, de piedra, cuyo destino era ser purificado, y debajo lo que hay es un mensaje de decir, uno, la imperfección humana no basta con la ley, incluso la ley divina, para ser purificados, sino que solo es la revelación de Cristo, la intervención de Cristo, la gracia de Cristo la que nos hace realmente superar nuestras imperfecciones.
Fijaos que entonces, continuando con esa catequesis de los que querían acercarse, el siguiente pilar fundamental sobre el que se apoya la fe es el saber reconocer que aun conociendo a Cristo, dentro de mí todavía hay ídolos, todavía hay culto a otros dioses, y por mucho que yo haga unos ejercicios espirituales, un retiro, y lo tenga todo muy claro y diga que bueno quiero ser y que bien lo voy a hacer a partir de ahora, no nos sale. Es un hecho.
Podemos, pero no podemos. ¿Cómo me gustaría lo que dice el cura de vivir en el amor y no dejarme caer en la rutina? ¿Cómo me gustaría ser libre y vivir sin miedo? ¿Cómo me gustaría llamar a las cosas por su nombre y de repente sí, me gustaría, pero en mi fondo no soy capaz? Ese reconocimiento de que el ser humano es creado para algo que sus propias fuerzas no lo dan, es el comienzo de la relación con Cristo.
Y por tanto, el cristiano, el seguidor de Cristo, por mucho que quiera vivir en el amor, por mucho que viva en la verdad, por mucho que quiera ser libre, constantemente está reconociendo su imperfección, su incapacidad personal para que tenga una vida llena, una plenitud que no puede darse a sí mismo y que, primero, me tengo que vaciar de todo aquello que hay en mí para poderme llenar de él.
Solo se puede llenar lo que está vacío. Lo que está lleno de arena o de piedras o de otras cosas no lo puedes llenar. Y por tanto, fijaos, el camino de la fe, el camino delincuente del seguimiento de Cristo es un camino de ir reconociendo aquellas cosas que tengo que empezar a prescindir de ellas. Y entonces surge una pregunta.
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