SERMONES DESDE LA INHOSPITA TRINCHERA -SERMON DEL CUARTO DOMINGO DE CUARESMA - 2025 3j5m5l

Esta es Cristiandad, luchando para que Cristo reine.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

La Santa Iglesia, por medio de su liturgia, nos introduce, paso a paso, en el gran misterio de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo.

De este modo, en este Cuarto Domingo de Cuaresma, llamado Domingo Letare, presenta a nuestra consideración la primera multiplicación de los panes, cuyo relato está tomado en el capítulo VI del Evangelio según San Juan, y al cual sigue la promesa de la institución de la Santa Misa y de la Sagrada Eucaristía que perpetúan el santo sacrificio de la Cruz.

Este Domingo Letare constituye como el introito de la Pasión, y parece resonar en él el eco de las palabras del Salmo, Introibo Adaltare Dei, Adedeum Quiletificat Juventutem Meam.

San Juan nos dice que estaba cerca la Pascua, día de gran fiesta para los judíos.

Y por este y otros datos, sabemos que Jesús no fue a Jerusalén ese año.

¿Y por qué no subió en el día de esa gran fiesta? Porque derogaba poco a poco la ley antigua, tomando ocasión para ello de la malicia de los judíos, y dejando adivinar a aquellos que observaban que cuando llegaba a la realidad debía cesar toda figura.

Poco a poco nuestro Señor fue introduciendo a sus apóstoles y a aquellos discípulos o seguidores de Él que observaban las cosas, que eran comprensibles, que poco a poco algo estaba pasando, y la figura, la ley antigua, iba a dar paso a la realidad, el Nuevo Testamento.

Y exactamente un año más tarde, Jesucristo sufrirá la Pasión en la misma festividad, luego de haber instituido la Sagrada Eucaristía, el sacrificio y sacramento de nuestros altares.

Entretanto, como las multitudes vieron el milagro que había hecho el Señor, la multiplicación de los panes, se iraban porque todavía no habían comprendido que Jesús era Dios.

Aquellos hombres, como eran carnales, y todo lo entendían en sentido material, decían, este es verdaderamente el profeta que ha de venir al mundo, el que nos va a dar pan, que nos va a hacer subsistir aquí en la tierra.

Al día siguiente, la gente buscaba a nuestro Señor y le preguntan cuando lo encuentran, Maestro, ¿cuándo llegaste aquí? Esta búsqueda y esta pregunta permitió a Jesús pronunciar el discurso más sublime y profundo de cuanto nos legara, el discurso del pan de vida, que alegra nuestra juventud.

Meditemos este hermoso texto.

Así pues, le respondió y dijo, En verdad, en verdad os digo, que me buscáis no por las señales que visteis, mas porque comisteis del pan y os saciasteis.

Trabajad no por la comida que perece, sino por la que permanece para la vida eterna, la que os dará el Hijo del Hombre.

El alimento temporal únicamente robustece la parte material del hombre exterior, mas el alimento espiritual subsiste siempre y produce la saciedad perpetua y la inmortalidad.

Trabajad por la comida que, no por la que perece, sino por la que permanece para la vida eterna.

Discretamente insinúa nuestro Señor que Él mismo es este alimento espiritual.