
Descripción de Seducida por el instructor 494p5j
Jaime decide convencer a su mujer, Marta, para unirse a un gimnasio. Allí descubrirán las bondades de un deporte, el crossfit, y sobre todo del instructor, Lucas. _____________________________________________ Hola! Ayúdame uniéndote a Ivoox desde los siguientes enlaces: * Anual https://www.ivoox.vip/?-code=c7cb5289b6e940372f0f816d1de4fe6e * Mensual https://www.ivoox.vip/?-code=9af38537eef891dabb408d0e292f3c38 *Plus https://www.ivoox.vip/plus?-code=208ff5ca551218eda9d25aad9113bc8c 5i3b1d
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Hoy presentamos, Seducida por el instructor.
Marta vivía una vida cómoda y aparentemente perfecta con Jaime, su marido, ambos recién entrados en la treintena. Él era un exitoso abogado y gracias a eso y a que su familia tenía mucho dinero, habían podido permitirse un hermoso ático de dos plantas en la ciudad.
Sin embargo, no todo era perfecto. Aunque eran felices en muchos aspectos, había otros en los que dejaba bastante que desear.
Marta, ¿puedes venir un momento? Llamó Jaime desde la espaciosa terraza. Su voz resonó en el ático.
La mujer se dirigió hacia él, dejando el portátil sobre la mesa del comedor.
¿Qué pasa, Jaime? Preguntó, notando la tensión en su rostro.
Necesito hablar contigo sobre algo importante, dijo él, pasándose una mano por su cabello oscuro y corto, un gesto habitual cuando estaba nervioso.
Marta agarró otra silla y se sentó a su lado, sintiendo la brisa en su piel. Se notaba que estaban al principio del otoño.
Dime, te escucho, respondió, tratando de mantener la calma.
He estado pensando, empezó el hombre, titubeando un poco. Nos hemos descuidado últimamente.
Ambos hemos engordado un poco, sobre todo yo, itió, mirando hacia abajo con algo de vergüenza. La barriguita que asomaba no mentía.
Creo que sería buena idea apuntarnos a un gimnasio juntos para hacer ejercicio y ponernos en forma de cara al verano que viene. Su esposa lo observó, viendo la preocupación en sus ojos grises. Jaime siempre había sido inseguro respecto a su apariencia y su tendencia a los celos no ayudaba. A pesar de ser un tío inteligente y grande, de casi 190 centímetros, la confianza en su aspecto no era uno de sus puntos fuertes.
¿Eso suena bien, amor? Podría ser una buena oportunidad para pasar más tiempo juntos y estar mejor para el año que viene, sonrió, entornando los ojos color avellana, tratando de apoyarle. Pero espero que no me estés llamando gorda. Sé que me ha crecido el culo, pero no es tan grave, solté, torciendo el gesto y levantando el dedo índice.
Nunca te diría eso, además, he notado cómo te miran cuando salimos, comentó Jaime, con un tono más bajo, casi como si no quisiera itirlo. Tú sigues estando bien. Pero me gustaría que estemos en nuestro mejor estado, tanto por salud como por, bueno, ya sabes.
Las palabras la hicieron sentir una mezcla de comprensión y tristeza. Su marido siempre había sido celoso e inseguro, y eso a veces complicaba las cosas. Marta era una diseñadora comprensiva y atenta, o al menos eso le decían sus familiares y amigos. Tenía una estatura un poco por encima de la media de las mujeres en España. Con el característico físico de esas tierras, caderas anchas y un trasero exuberante, la reciente ganancia de peso había hecho que se viera aún más grande para su desgracia. Quizás era hora de poner remedio al asunto. No tienes que preocuparte por eso, Jaime.
Yo solo te quiero a ti, dijo, acariciando su mano. Nos apuntaremos al gimnasio y trabajaremos juntos en esto. Yo también quiero que el bikini me quede mejor en verano, continuó, pasándose la mano por su oscura cabellera y guiñándole un ojo. Una pequeña sonrisa se dibujó en el rostro de él, observando el cuerpo de su esposa, las deliciosas curvas, un buen pecho y un prominente trasero. Estaría espectacular si consiguiera perder los kilos que le sobraban, pero eso no se lo podía decir. Asintió con la cabeza, esperando que esta decisión los acercara más y mejorara tanto su salud como su relación.
Cada vez estaba más gordo, había tenido una buena idea al proponérselo. Esa noche, antes de dormir, tenía planeada una sorpresa, era otro de los aspectos en los que él debía mejorar. Así que lo sorprendió, lo esperó en la habitación principal del segundo piso con un conjunto sexy.
Se acercó a la cama con un aire de confianza que no había mostrado en mucho tiempo. Llevaba puesta una lencería negra de encaje, ajustada perfectamente a sus curvas. La luz suave del dormitorio acentuaba cada centímetro de su cuerpo. Jaime, recostado sobre las almohadas, levantó la vista y se quedó maravillado al verme. Me moví de la cama.
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