
Descripción de La promesa 595 #audesc 441t6r
Cuarta temporada de la espectacular serie de RTVE 6b2xw
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Nos casaremos mañana.
¿Mañana? Así es, en la más estricta intimidad.
¿De verdad estás de acuerdo con esto o no? Solo quiero lo mejor para mi hija y para mis nietos.
Eugenia ha vuelto a tener uno de sus ataques.
Vaya por Dios.
Comenzó a desvariar sin que nadie se lo esperara.
Un brote puede llevar a otro.
Ya sabe, puede que tengamos suerte y se quede en un episodio aislado.
Ahora estoy perfectamente.
Deberíamos dejarla descansar.
¿Qué le ha pasado? Bueno, el capitán y doña Leocadia estaban hablando de algo que puso nervioso a tu madre y por un instante perdió el control.
Ha tenido la desfachatez de acusarme de que la culpo de mis errores y de que voy amargándole la vida a todo el mundo.
Es que algo de eso hay.
Vaya, yo no sé para qué te cuento nada.
Está bien, todo lo que te ha dicho esa mujer es cierto y me alegro que lo haya hecho porque alguien tenía que decírtelo.
Ya encontraremos alguna ocupación que te entretenga aquí.
A mí ya se me ocurrió una.
¿Ah, sí? ¿Cuál? Continuar con los planes de boda.
Sí, pero no tenemos ninguna necesidad de correr.
Pero Martina, eso nos sitúa en una espera indefinida que yo no sé si...
Yo creo que las cosas hay que hacerlas bien.
Pero Toño, si queremos tener alguna oportunidad de recuperar ese dinero o incluso de atrapar a los ladrones, tenemos que ir al cuartelillo.
Para la primera toma de o no creo que sea necesario que usted se desplace hasta allí.
Pero Toño, no...
No, no, mire. Mañana a primera hora yo iré a poner la denuncia.
Y así agilizamos todo. Usted tiene razón, esto hay que resolverlo cuanto antes, ¿no? Sí, tienes razón.
¿Y por qué no quieres decir sí? Bueno, realmente no le quiero abinagrar la boda al señor Baeza con mi presencia, señorita.
Ustedes dos siempre han mantenido una buena sintonía.
Les consideraba buenos amigos.
No me cree.
No te creo.
Porque si, como dices, te hubieran robado unos maleantes, también te habrían quitado la cadena de oro que llevas al cuello.
Así que dime la verdad.
Cuéntale la verdad a tu madre.
Sé que todo el dinero que has perdido en este casino te lo dieron por cortarme la cincha del caballo.
Intentaste matarme.
He venido para hablar.
Así que ahora guarda esa navaja de una vez.
Ahora ella hiperventila, asustada, y Basilio la apunta en el estómago.
¿Cómo lo cambia todo el filo de una navaja, eh? Lo que parecía irrenunciable ya no lo es.
Quizás uno pueda pensar que ha tensado la cuerda demasiado, pero ya está el de para aflojar.
Es entonces...
Ni se le ocurra hacer nada.
Tenga por seguro que va a acabar con sus huesos en prisión.
Ángela traga saliva con temor, Basilio se ríe y aparta la navaja.
Curro da la mano a Ángela con alivio.
Sois una panda de mocosos.
Con agallas, pero unos mocosos.
Se acarician la mano angustiados, Basilio guarda la navaja en su chaqueta.
Y por eso estoy dispuesto a ayudaros.
Siempre y cuando me devolváis mi dinero.
López saca un fajo de billetes que guarda en su frac, le quita una gomilla y cuenta la parte de Basilio con las manos temblorosas.
Este es su dinero, el resto son mis propias deudas.
Hace unas semanas acudió usted a la promesa.
Así es.
Se hizo pasar por un mozo de cuadra.
No me cuesta hacerlo, me dedico a los caballos.
Hubo una carrera entre Curro y otro jinete.
Yo corté la cincha de su amigo.
Casi me mata, malnacido.
Curro se cayó del caballo por su intervención.
Atento contra él.
Que yo sepa no le ha pasado nada malo, ¿no? Lo doy por hecho porque el caballero se encuentra aquí esta noche en el casino intentando embaucarme.
Tuve suerte, supongo.
Solo queremos saber por qué lo hizo.
No tengo nada en contra de este joven, se lo aseguro, señorita.
Tampoco a favor.
Soy cierto.
Entonces, ¿por qué lo hizo? Por dinero.
¿No lo veis? Soy un mercenario.
Me hacen un encargo.
Lo cumplo y lo cobro.
¿No hay más? No.
Hay algo que no me cuadra.
¿Cómo sabía que iba a montar a caballo? No lo sabía.
Claro.
No.
Porque la carrera fue una sugerencia de última hora.
O quizás eso es lo que nos hicieron creer, pero no era así en realidad.
Y la señorita es muy astuta y tiene razón.
Pudieron engañarlo.
Tenían todo controlado.
Pero no fue el caso.
Es más, si de mí dependiera hubiera ejecutado el encargo de otra manera.
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