
Descripción de El precio de nacer, el costo de olvidar 2x5d1f
En este episodio de Ecos de Asia, exploramos un continente lleno de contrastes. En China, la carrera tecnológica se exhibe con orgullo mientras el país lanza una ofensiva económica para combatir su crisis demográfica. En Corea del Sur, una comisión de la verdad destapa el lado más oscuro de las adopciones internacionales. En Tailandia, el humo de los incendios asfixia las ciudades, y en Pakistán, un perfume desata un escándalo de proporciones religiosas. Desde drones que exploran lo más profundo del océano hasta trenes que podrían quedarse sin pasajeros, este episodio es un recorrido por el presente más denso y el futuro más incierto del continente. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/2491431 2q3x6m
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Y tú me has llevado a la aldea.
Yo podría abrir el camino.
¿Por qué demoras? ¿Por qué? No hay nada que no debería hacer.
Bienvenidos a Echos de Asia, el podcast donde cada rincón del continente revela una historia, un conflicto o una esperanza.
Gracias por acompañarnos una vez más.
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Hoy, desde los laboratorios más punteros de Shanghái hasta las llamas que envuelven los cielos de Tailandia, pasando por la memoria dolorosa de Corea del Sur y las dudas demográficas de China, el pulso asiático se agita y transforma.
Empezamos.
La industria de chips en China acaba de marcar un nuevo compás en su silenciosa sinfonía hacia la autosuficiencia tecnológica.
En la reciente feria comercial de Shanghái, una empresa hasta ahora discreta se robó todas las miradas.
C-Carrier, un fabricante relacionado con Huawei, presentó públicamente por primera vez su más reciente equipo de fabricación de semiconductores.
El interés fue tal que su stand fue asediado por multitudes en una muestra clara de que, en este campo, la expectación es casi tan valiosa como el silicio.
Mientras en los salones brillantes de la feria se respiraba orgullo, fuera del país el clima es más tenso.
En el Pacífico, Filipinas confirmó que alojará un segundo sistema de misiles Typhoon de fabricación estadounidense.
Más que una simple pieza de artillería, esta decisión representa una pieza clave del rompecabezas geoestratégico en el que Donald Trump ha decidido dejar su huella.
Analistas aseguran que esta segunda unidad no solo fortalecerá la soberanía filipina, sino que convierte al archipiélago en una plataforma de entrenamiento clave en la contención regional.
Y en la siempre prudente Tokio, la policía propone un curioso límite.
Para proteger a sus ciudadanos mayores, restringir a unos 2,000 dólares diarios las transferencias y retiros en cajeros automáticos para mayores de 75 años.
La medida busca frenar el fraude, pero también abre un debate más amplio sobre libertad financiera y paternalismo digital.
En medio de una crisis demográfica que ya no ite maquillaje estadístico, China ha comenzado a tirar del único recurso que le queda el dinero.
Tang Tang, madre de dos en la ciudad de Tianmen, recibió casi 900 dólares por tener un segundo hijo.
Además, le ingresan cada mes 800 yuanes hasta que su hija cumpla tres años.
Para su familia, ese dinero no es un incentivo, es una tabla de salvación.
El país ha perdido población durante tres años consecutivos.
Y si nadie pone freno, podría pasar de 1,400 millones de habitantes a menos de 800 millones antes de que termine este siglo.
Para evitarlo, se multiplican las iniciativas como la de Hohot, capital de Mongolia interior, que ahora paga 100,000 yuanes por un tercer hijo, es decir, el doble del ingreso disponible medio en la ciudad.
Pero ni siquiera estas cifras astronómicas bastarían.
Según el demógrafo Juan Wenzhen, para alcanzar una tasa de reemplazo real, se necesitarían inversiones entre 30 y 50 veces mayores.
Porque el problema no es solo económico, es cultural, estructural y generacional.
La política del hijo único dejó cicatrices profundas.
En Shanghái, la ciudad más rica del país, la tasa de fertilidad llegó al cero, seis.
No solo faltan bebés, faltan gatos.
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