Nº 147-VIAJEROS ROMÁNTICOS - “RONDA EN LA RUTA ROMÁNTICA DEL BAJO GENAL” - Anatole Demidoff (IV) 49193u

Una ciudad, ronda, dos territorios en uno, la serranía rondeña y el campo de Gibraltar, unos personajes, arrieros, contrabandistas, guerrilleros, bandoleros, serranos y un programa en coperronda, viajeros románticos, con Faustino Peralta, cronista oficial de la ciudad buenas tardes y bienvenidos de nuevo a nuestro programa viajeros románticos aquí en coperronda encantado de estar una semana más con todos ustedes, ronda en la ruta romántica del bajo genal, anatol demidov, cuarta parte, fecha del viaje 1847 y continuamos con el extraordinario relato de este viajero ruso en su visita a ronda, al final de la iglesia mayor y en un rincón de la esplanada seguimos a nuestros guías hasta una especie de tienda abierta a todos los visitantes y en el umbral de la cual varios hombres fumaban con actitud indiferente, el destino de este lugar nos fue explicado sólo cuando al ingresar a la habitación baja con vista a la vía pública vimos a la izquierda una ventana enrejada que tenía cierto parecido con un salón de un convento o lazareto, se trata de la cárcel que fue también ayuntamiento y más recientemente albergó a los antiguos juzgados, hoy se encuentran allí las oficinas municipales y el museo cofrade, de hecho estábamos en la sala de conversación de la prisión de la ciudad, llegamos allí sin más dificultades y encontramos detrás de la puerta a un impresionante hombre que hacía de carcelero, con su imponente y obsequiosa figura advierte al prisionero con el que deseamos comunicarnos, las entrevistas tienen lugar en presencia y en la mayoría de los casos con la participación de este carcelero honesto que es itido fácilmente en los coloquios íntimos de sus invitados y sus habitantes, en España y en ciertas clases de personas la prisión no tiene nada de sonroso, es una hospitalidad a la que todos están expuestos a conocer su dulzura, observamos pacíficamente la marcha de un carruaje fúnebre, detrás los amigos y familiares formaban un cortejo serio y afectuoso, es una desgracia que parece tan común, tan inexplicable en ciertas vidas, que podría aplicarse al lema implacable del destino común de todos los mortales, hoy yo, mañana tú, como no conocíamos a nadie para conversar en esta sala de la cárcel, nos presentaron a una celebridad del momento, un prisionero en estado de prevención de delitos, una orden totalmente inusual, este desafortunado hombre se llamaba Francisco Macías, un contrabandista profesional, se le acusaba de tres homicidios, dos de los cuales habían sido precedidos por ataques y graves daños con intento de asesinato, independiente de los hechos de rebelión y fuga, Francisco Macías no transmitía nada en su persona a primera vista, que denotase tan cruel antecedente, su figura por otro lado parecía más bien insignificante y pacífica, sin embargo cuando se emocionaba un poco sobre el único tema que podía interesarle, a veces enderezaba la cintura, golpeaba su sombrero andaluz.