Milagro en Marzo - Beatrice, Nebraska 1950 4y1140

Eran las siete y veinte de la tarde, y Joyce Black estaba corrucada en su sofá, cubierta con una mantita, disfrutando del calor de su estufa mientras fuera ya estaba oscuro y el viento era helado.

Era una tarde tranquila, pero inusualmente fría, y ella tenía que asistir a los ensayos del coro de la iglesia.

Se estaba tan a gustito que no tenía ganas de levantarse.

Se dijo que no pasaba nada si se quedaba cinco minutitos más.

Total, donde debía ir estaba justo frente a su casa, al otro lado de la calle.

Cuando a las siete y veintisiete abría su puerta para cruzar corriendo a la acera de enfrente, una tremenda deflagración ensordecedora iluminó el cielo y se escuchó en toda la ciudad.

La iglesia reventó de dentro hacia afuera, y el tejado se desmoronó sobre los restos, y fue consumido por las llamas.

La torre del campanario, también de madera, se partió cayendo sobre las líneas eléctricas cercanas.

En una cascada de chispas, los cables se partieron y se cortó el suministro eléctrico en el área.

Cuando los restos se asentaron, siguió un silencio inquietante.

Joyce los contemplaba con horror.

Una imagen terrible vino a su mente.

Dentro del edificio, que ahora estaba hecho pedazos, estaban sus amigos y compañeros del coro, que la habían estado esperando, y con seguridad estarían atrapados, gravemente heridos o muertos.

Todo apuntaba a que estaba viviendo un mal día, cuando, inesperadamente, algo sorprendente sucedió.

Un mal día.

Un podcast sobre accidentes, incidentes y desastres que cambiaron la historia.

Realizado, producido y presentado por Nicky Fennell.

En la década de 1950, Beatriz, en Nebraska, era una ciudad pequeña, con una población de aproximadamente 11.000 personas.

Contaba con varias iglesias, una de las cuales era la Iglesia Bautista West Side, ubicada cerca del curso del río Big Blue, en las afueras de la ciudad.

Este pequeño edificio blanco, con estructura de madera, tenía una congregación leal y activa, que se reunía semanalmente para el culto regular, así como para la escuela dominical y la práctica del coro.

La directora del coro, Martha Paul, había estado organizando el grupo durante casi 30 años, comenzando en 1920.

Durante ese tiempo, la composición del coro había cambiado con frecuencia, pero Martha lo había mantenido funcionando con pocas interrupciones.

Era algo de lo que estaba muy orgullosa, e insistía en que cualquiera que deseara cantar en su coro, debía asistir regularmente a la práctica cada miércoles.

También recalcaba la importancia de la puntualidad.

Los ensayos comenzaban a las 7 y medio de la tarde, pero se esperaba que todos los estuvieran allí como mínimo cinco minutos antes y ni un solo minuto después.

Este era un edicto que generalmente los del coro cumplían a rajatabla.

Según contaban ellos mismos, era raro que alguien faltara a una práctica, y casi todos llegaban a las 7 y 25, o incluso más temprano, para las sesiones.

El día de la explosión, al menos 16 personas debían asistir al ensayo del coro.

El reverendo Walter Klempel debía estar presente como de costumbre, acompañado de su esposa y su pequeña hijita.

De hecho, ese mismo día había pasado ya por la iglesia para dejar encendida la estufa y asegurarse de que el edificio estuviera cálido y confortable cuando comenzara la reunión.

Sin embargo, durante la cena, su hija Marilyn Ruth, de 18 meses, se derramó la comida sobre su vestidito.

Queriendo lucir lo mejor posible, la familia retrasó su partida mientras la señora Klempel le planchaba otro vestido para cambiarla.

Por esa razón, Walter Klempel, su esposa Eunice y Marilyn Ruth llegaron tarde a la iglesia.

La dona Vandergrift, estudiante de segundo año de secundaria, generalmente llegaba temprano a la práctica del coro.

Esa tarde, sin embargo, estaba haciendo unos deberes de geometría y se encontraba muy cerca de resolver uno particularmente difícil.

No queriendo interrumpir su línea de pensamiento, retrasó su salida para el ensayo hasta el último momento, por lo que también llegó tarde.

Herbert Keefe, otro miembro del coro, también estaba atascado en una de las escenas.