La mejora genética de árboles frutales. 43231h

Bienvenidos a Alimmenta tu Mente, el podcast del Instituto Agroalimentario de Aragón.

En cada episodio te invitamos a descubrir cómo la ciencia que se hace aquí, en nuestro entorno, transforma lo que comemos, cómo nos cuidamos y cómo nos relacionamos con el planeta. Porque entender lo que nos alimenta, también alimenta nuestra curiosidad.

En el episodio de hoy sobre la mejora genética de árboles frutales descubriremos cómo la investigación en el sector agroalimentario influye directamente en la calidad de la fruta que comemos. ¿Cómo se consigue una cereza más sabrosa? ¿Qué papel juega la genética en que cada fruta se adapte al entorno, a las estaciones o incluso al gusto del consumidor? Para contárnoslo tenemos con nosotras a Ana Búnz Blanco, investigadora del Departamento de Ciencia Vegetal del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón, que nos ayudará a entender cómo se consigue que una cereza llegue perfecta a nuestro plato, pero también cómo se adapta a su entorno y a los retos del futuro.

Ana, cuando pensamos en fruta de calidad, muchas veces no imaginamos todo el trabajo que hay detrás. ¿Por qué es tan importante la mejora genética de frutales y qué papel juega en lo que finalmente encontramos en nuestra frutería o supermercado? Pues la mejora genética y la investigación en la fruta es importante porque determina lo que comemos y también ayuda a que haya comida para todos.

Es decir, para que la fruta que comemos, como otros vegetales, sean de buena calidad y puedan cultivarse, es necesario que se realice investigación en estos cultivos. Los alimentos que comemos provienen de especies que hemos domesticado a partir de especies silvestres. Por ejemplo, en frutales, estas variantes silvestres tienen un fruto pequeño que a veces no es muy sabroso o puede ser algo ácido o amargo, pero mediante su mejora hemos conseguido plantas que producen un fruto más sabroso y de mayor tamaño y además que se pueden cultivar.

Yo voy poniendo ejemplos de cerezo porque es la especie en la que trabajo. Entonces, por ejemplo, si tú vas por el bosque y ves un cerezo silvestre, normalmente verás que su fruto no es igual que el que encuentras en el mercado, que además es un árbol que es muy grande y que igual no lo podríamos cultivar. El proceso de domesticación del cultivo ha hecho que la fruta la mejoremos y sea como la conocemos ahora.

Inicialmente este proceso de selección y domesticación de las especies era muy lento, se iban seleccionando los mejores árboles y cruzando con otros hasta obtener árboles con fruto de mejor calidad, pero recientemente y ahora tenemos herramientas biotecnológicas y bioinformática que nos ayuda a que estos procesos sean mucho más rápidos.

Por tanto, a través del trabajo de muchos años de diferentes investigadores y mejoradores hemos conseguido que la fruta, por ejemplo, sea de mejor calidad, pero además que esté adaptada a diferentes zonas de cultivo, que sea más fácil de producir para que podamos evitar el uso de muchos pesticidas o de otros productos nocivos, o sea que la producción sea más sostenible o también que produzcan una buena cantidad o que se puedan guardar sin estropearse. Toda esta mejora de frutales o de otras especies es muy importante porque permite que se produzcan los alimentos necesarios para la población, ya que sin la fruta y sin la verdura no podríamos sobrevivir.

Así que cada variedad que comemos es el resultado de años de investigación, pero más allá del sabor o del tamaño, ¿cómo influye todo esto en los grandes desafíos que tenemos por delante, como la seguridad alimentaria o, por ejemplo, el cambio climático? Pues efectivamente, la mejora genética y la investigación son esenciales para los grandes retos del futuro. La población humana es cada vez mayor y, por tanto, cada vez hay que producir más alimentos para todos.

Por tanto, es necesario seleccionar plantas que produzcan más y que se puedan cultivar en otras zonas o que, por ejemplo, podamos transportar su fruto más lejos. Concretamente, por ejemplo, siguiendo con el cerezo, este es un árbol que está adaptado a inviernos fríos, como en Zaragoza, y por eso se cultiva mucho en Aragón. Y por ello solo se puede cultivar en zonas del planeta que tienen ese clima.

No podríamos cultivar, por ejemplo, en zonas subtropicales o tropicales. Igual que no podemos cultivar mangos en Zaragoza, pues no podemos cultivar cerezas en zonas muy cálidas. Pero si pudiésemos conseguir un cerezo que se pudiese cultivar en zonas más cálidas, podríamos producirlo allí y esto sería muy positivo. Así ampliaríamos las zonas de cosecha de algunos cultivos.

Otro reto importante ahora, actualmente, es el cambio climático. Siguiendo con el cerezo, ya sabemos que necesita frío en el invierno y lo necesita para entrar en una fase que se llama de reposo. Ya sabemos que los árboles en invierno, como el cerezo, tiran la hoja y se quedan como dormidos. Es un proceso que se llama dormancia.