
Martes de la 5ª semana de Pascua ( ciclo C ) 48315p
Descripción de Martes de la 5ª semana de Pascua ( ciclo C ) 1a1y9
Reflexión de Mons. José Ignacio Munilla sobre el evangelio del martes de la 5ª semana de Pascua. 6h6px
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Martes de la quinta semana de Pascua. El Evangelio es Juan 14, 27 al 31. Paso a leerlo. En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos, la paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón, ni sea cobarde.
Me habéis oído decir, me voy y vuelvo a vuestro lado. Si me amáis, os alegraría de que vaya el Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el Príncipe de este mundo. No es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo comprenda que yo amo al Padre y que como el Padre me ha ordenado, así actúo.
Claramente es un discurso de despedida en el que Jesús está anunciando su pasión y comienza, es introducido, atención a este versículo introductorio del Evangelio de hoy. La paz os dejo, mi paz os doy, no os la doy como la da el mundo. La paz del mundo significa generalmente ausencia de guerra o tranquilidad en las cosas temporales, pero la paz de Cristo es interior, es la paz del alma, se fundamenta en la fe, la esperanza y la caridad y puede ser compatible la paz de Cristo con el hecho de que tengamos que vivirla en medio de grandes pruebas, grandes turbaciones, grandes persecuciones, como va a acontecer también en la vida de Jesucristo.
Es decir, la paz de Cristo es la tranquilidad, la paz interior del alma, que está más allá de las circunstancias exteriores. Cristo da su paz a los discípulos para fortalecerles ante las persecuciones que les van a sobrevenir también a ellos. Cristo va a ser perseguido, también los discípulos van a ser perseguidos y está con ello subrayando que su paz está fundada en la presencia de Dios en sus almas.
Se trata de una paz que les va a fortalecer interiormente, sobre todo en medio del sufrimiento, porque en el fondo esa paz es un símbolo de la continua presencia del Espíritu Santo en nosotros, al mismo tiempo que esa paz prometida es el anuncio de la victoria final en el cielo, en la vida eterna, pero que esa vida eterna ya comienza a ser vivida con la inhabitación de Dios en nosotros, en esa profunda paz que nos da saber que Dios está con nosotros y no tenemos a qué temer. La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.
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