
Descripción de Inocencia Corrompida. Capítulo 1 1q6y14
Ni en sus mas perversas fantasías Don Marcelino imaginó que aquella muñequita de curvas endemoniadas se dejaría seducir por él. _____________________________________________ Hola! Ayúdame uniéndote a Ivoox desde los siguientes enlaces: * Anual https://www.ivoox.vip/?-code=c7cb5289b6e940372f0f816d1de4fe6e * Mensual https://www.ivoox.vip/?-code=9af38537eef891dabb408d0e292f3c38 *Plus https://www.ivoox.vip/plus?-code=208ff5ca551218eda9d25aad9113bc8c 222j39
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Hoy presentamos, Inocencia corrompida. Capítulo 1 Empecemos por describir al pervertido protagonista. Don Marce es un viejo que ronda por los 50 años, dueño de un local de esos conocidos como Tienditas de la Esquina, donde también funge como el que despacha, dicha tienda se encuentra enfrente de Instituto, o también conocido como Prepa en México, ambos locales separados solo por una calle de doble sentido muy poco transitada. La escuela tiene dos turnos, el matutino y el vespertino, siendo este último el que concentra a las muchachitas ya mayores de edad quienes son las que despiertan sus más bajas pasiones.
Don Marce se recrea la pupila día a día con las jovencitas que allí estudian y una que otra maestra, las hay de todas formas y tamaños. Altas, chaparritas, gorditas, delgadas, hueritas, morenitas, etc. Pero las que más llaman la atención de nuestro mirón protagonista son aquellas que la naturaleza ha dotado de cuerpos perfectos y curvas reveladoras, y más aquellas calientes mocosas que gozan de provocar tanto a estudiantes, maestros y cualquier hombre que las vea con esas falditas tan cortas que prácticamente no les cubren nada.
Cada día Don Marce presume la mejor de sus cariadas sonrisas cuando las estudiantes se pasean por su acera o entran a su tienda, le encanta ver cómo algunas de ellas el viento les juega malas pasadas con sus falditas, que ante la más mínima brisa tienden a levantarse, enseñando desde shorts cortitos, líceras ajustadas, pasando por panty sexys.
Hasta las que llevan tangas provocativas, o incluso, las que se atreven a llevar apenas un divisible hilo que se pierde entre sus carnosas nalgas, el pobre hombre casi siente que se la va a salir el corazón cuando le toca ver a una de esas. «Hay chamacas, deberás que la piden a gritos», dice para sí mismo nuestro anciano amigo, recordando esos momentos mientras se masturba salud de las jovencitas en la soledad de su cuarto. A Don Marce le encantan los días lluviosos, pues las nenas que entran a su tienda a refugiarse del agua le enseñan, sin querer, una visión traslúcida de sus cuerpos a través de la mojada tela de popelina del uniforme, además.
Es en estos días lluviosos y fríos cuando los pezones de las jovencitas parecieran no querer esconderse y sobresalen notoriamente por sobre sus blusas escolares. Don Marce sabe que con su edad y aspecto físico no tiene la mínima oportunidad de lograr algo con alguna de esas señoritas, es feo, viejo, una panza cervecera y peluda, casi no tiene pelo en la cabeza excepto a los costados y un pequeño mechón que sobrevive a la calvicie arriba de su frente, casi no se afeita. Lo que hace que por semanas enteras luzca un aspecto facial muy descuidado, en fin, no llamaría en lo más mínimo la atención de alguna mujer, sin embargo, como él dice, la esperanza es lo último que se pierde.
En el trato es algo mal educado, principalmente con los muchachos, a quienes pone cara de pocos amigos, regaña y despacha de mala gana, no así con las señoritas, a quienes le sonríe muy coqueto, como todo un galán de novela, intentando hacerles plática a las que se dejen, que casi siempre son las menos agraciadas.
Pero si se trata de las más bonitas, incluso les da el producto si a la niña le falta dos o tres pesos, cerrándoles el ojo y lanzando su mirada más seductora, teniendo como respuesta de las jovencitas por mucho las gracias, en ocasiones una forzada sonrisa o simplemente nada por el miedo que les da y lo morboso que se ve.
Hay muchas señoritas que llaman su atención, y cada generación que entra significa unos cuatro o cinco nuevos prospectos, de las muchas que le levantan el ánimo con sólo verlas, esta Cassandra, una jovencita que se encontraría entre las cinco más deseadas del plantel, tanto por alumnos, maestros e incluso padres de familia, quienes piensan que esa jovencita sería mucha hembra para alguno de sus adolescentes hijos. Cassandra es con diferencia la chica más atractiva que don Mar se ha visto en su vida, poseedora de un rostro que envidiarían los ángeles más bellos, su piel es blanca como el mármol y su cabello, lacio y largo, es de un color negro azabache, a veces se hace unos rizos en la parte de enfrente.
Y es que esta adolescente de 18 años demora más para peinarse que lo que dura un partido de fútbol, sus labios se ven siempre húmedos gracias al brillo labial, dueña absoluta de un cuerpo de reloj de arena que resulta imposible quedar indiferente. Ni siquiera el uniforme de la escuela puede darse cuenta de su atracción.
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