
Descripción de Grandes pifias de la humanidad 3r512e
En el eco de hoy rescatamos varias pifias de la humanidad que nos marcaron para bien o para mal y que dejaron una huella intangible en todos nosotros. Con la colaboración especial de Luis que nos dejará al final una pequeña píldora muy divertida. 2j5l1k
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
A lo largo de la historia hemos visto grandes hechos que han marcado a la humanidad, tanto para bien como para mal.
Hechos que nos hablan de la caballerosidad, la fortaleza, la ambición, el heroísmo, la humanidad que hay en cada uno de nosotros.
La historia nos habla de nosotros porque nosotros somos herederos de todos aquellos que nos precedieron.
Pero la historia no solo son aquellos grandes hechos.
Toda ella está jalonada de pifias enormes, momentos que te harían tirarte de los pelos, como el capítulo que dice sobre Napoleón, pero que también han servido para dar forma al mundo.
A veces, grandes tragedias sirvieron para aumentar la seguridad en ciertos aspectos.
A veces, fallos garrafales sirvieron al descubrimiento de grandes cosas.
Y a veces, la naturaleza humana crea un pandemonium que nos hace recordar que la vida siempre supera la imaginación.
Por eso, en el capítulo de hoy nos vamos a centrar en un recopilatorio más que hablar de un hecho en concreto.
Hoy vamos a reír, a llorar y llevarnos las manos a la cabeza incapaces de creer la cantidad de errores que han marcado la historia.
Las grandes pifias de la humanidad.
Vamos a ello.
Hoy los radioscuchas están de suerte porque un viejo conocido vuelve a compartir los micrófonos de este canal de divulgación histórica.
Vino para analizar el libro de It al final de la primera temporada y podéis escucharlo cada vez que suba un programa nuevo.
Estoy hablando de mi grandísimo amigo Luis.
Bienvenido Luis.
Hola Rodri y saludos a todos los espectadores y radio oyentes de este programa.
Estoy encantado de estar aquí y agradecido de haber sido invitado.
Además me sabes muy barato porque no has pedido ni café si quieres.
De momento.
Bueno, ¿con qué pifia crees que deberíamos empezar? Podríamos empezar con un hecho de verdad trágico, pero que sirvió para mejorar la seguridad de los viajes espaciales.
La explosión del transbordador Challenger.
Bueno, lo mejoraron, sí, pero volvieron a relajarse y de ahí el posterior hecho del Columbia.
Así es.
El 28 de enero de 1986 el transbordador Challenger se disponía a partir para trabajar en dos satélites que orbitaban en torno a la Tierra.
Las televisiones de todo el mundo transmitían emocionadas el acontecimiento.
Por entonces se le daba a estas misiones la importancia que realmente tienen.
El caso es que los ingenieros del Centro Marshall de Vuelos Espaciales llevaban cierto tiempo avisando de posibles fallos en el diseño de los transbordadores.
Pero la NASA, con la excusa de que nunca había pasado nada y que estos fallos eran menores, que costaría mucho dinero y tiempo revisarlo todo, hicieron caso omiso.
Algo parecido a lo que sucedería después con el desastre del Columbia.
Con este caso, además, advirtieron que se había producido un problema y no quisieron siquiera desviar un puto satélite para comprobar el alcance de los años.
Joder.
Tal cual, tío.
El caso es que todo lo que podía salir mal fue peor.
Sin ir más lejos, la nave, a la espera de despegar, no podía soportar temperaturas gélidas.
Y aquella noche hizo un frío que cubrió de hielo duro como el acero varias partes de la nave.
Empezamos bien.
Como comprobarían tiempo después, en el mismo momento del despegue, salió un denso humo negro de algún lado, aunque se descartó este fallo como el desencadenante.
Fue otra gota más al cubo de los errores.
Recuerdo la causa.
La carcasa del acelerador se había hinchado a causa de la presión de la ignición.
Debido a este hinchamiento, las partes metálicas de la carcasa se doblaron y se separaron,
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