Entrevista Juan Albarracín. Director 'EL INSTINTO' 3q3y6w

Nosotros cuando estamos ante un peligro ¿qué hacemos? Pensamos en cómo solucionarlo.

Un perro ¿qué hace? Ladra, muerde, utiliza su instinto.

Tres años aquí aislado y dándote un ataque cada vez que pones un pie en la calle.

Tío, me parece fuerte.

Una de las historias más interesantes que nos llega esta semana a las carteleras es el instinto, una historia que emerge desde los propios demonios del ser humano para mostrarnos una historia no de supervivencia pero sí de tratar de encontrar el oxígeno a lo que nos tiene atados en esta vida. Protagonizada por Javier Pereira, Fernando Cayo, Eva Llorac, Silvia Conesa y Pepe Villena entre otros.

Estamos ante una historia que a mí como espectador me ha volado la cabeza y ya como periodista reflexivo en los aspectos culturales creo que demuestra la cara del ser humano de lo que somos realmente. Bestias territoriales a fin de cuentas y que aprovechamos los momentos de debilidad de los demás para imponernos a pesar de, como seres en este caso perros, dar lametones para acabar mordiendo el plato que nos da de comer. Juan Álvaro Racine es el director de esta historia tan fascinante que ya les digo que no se deben de perder. Juan, muy buenas tardes.

Gracias por recibirnos. El placer es mío y sobre todo de lanzarte una primera pregunta para empezar fuerte. ¿Cuesta más domar a los espectadores o a los animales? Uff, yo creo que al espectador sin duda, eh.

Sí, porque al final tiene muchas más referencias de lo que le gusta, lo que no le gusta, de lo que ha visto, de lo que quiere ver, de lo que espera que va a ver y al final el animal es mucho más instintivo, ¿no? Entonces, bueno, hay que entender cómo funciona y desde ahí trabajar. Pero vamos, el público es indomable. Sí, sí.

Oye, pero tú como bestia parda en este caso ha mostrado los dientes con una historia realmente tenebrosa, ¿eh? Bueno, es verdad que no nos quedaba otra, ¿no? Porque al final, dices, una peli de cine independiente, de muy poco presupuesto, una ópera prima, pues al final nosotros sentíamos que, bueno, que había que poner toda la carne al asador y apostar por el carácter que tuviera la peli y por todo esto, sabiendo que, bueno, que habrá espectadores que conozcan mucho más con ella y que les encante y que luego pues también habrá público indomable que diga yo por aquí no paso, ¿no? Pero bueno, la verdad que estamos muy contentos.

¿Somos los seres humanos, cómo te diría, vivimos bajo una opresión constante y en este caso, por lo que presentas en esta película desde luego, pero al final yo creo que la película es una metáfora de esa opresión en la que estamos constantemente en nuestro día a día, ¿no? Bueno y fíjate es muy apropiado porque el primer eje temático con el que empezamos a construir la película era precisamente la opresión y como concepto un poco así, ¿no? Que era cómo formaba todo el tema de la peli y pues totalmente al final, bueno, el mundo está complicado, que te voy a contar. Para empezarlo de nuevo, ¿no? Casi a veces.

Entonces, bueno, cuando no son las cosas externas que no podemos controlar, pues son nuestras cosas internas, nuestras parejas, nuestros amigos, nuestro propio yo y nuestros demonios personales. Entonces, bueno, es verdad que cuando encima del exterior no lo pones fácil, parece que la felicidad son esos momentos que hay entre la opresión y los momentos en los que nos sufrimos y, bueno, es verdad que hay muchas veces en las que la felicidad copa mucho más, ¿no? Sí, sí, sí.

Fíjate que al final la película realmente es una oda a la reflexión de que los seres humanos somos, a fin de cuentas, animales territoriales y creo que los dos personajes, que están excepcionalmente interpretados por Fernando Cayo y Javier Pereira, yo creo que es una lucha de perros dentro de una misma jaula, ¿eh? Sí, desde luego y al final cada uno, cada personaje representa, o sea, el poder de cada personaje es precisamente la debilidad al contrario, ¿no? Es una cosa que a nosotros nos pareció interesante, porque quizá el personaje de Abel, de Javier Pereira, pues representa esa parte súper racional, ¿no?, de control.