Entrevista Fernando Cayo. 'El Instinto'. 4hls

Nosotros cuando estamos ante un peligro ¿qué hacemos? Pensamos en cómo solucionarlo.

Un perro ¿qué hace? Ladra, muerde, utiliza su instinto.

Tres años aquí aislado y dándote un ataque cada vez que pones un pie en la calle.

Tía, me parece fuerte.

Una historia que no solamente es un thriller psicológico, yo creo que aborda muchísimas parcelas de nuestra vida y la primera pregunta que te quiero hacer y por empezar fuerte como digo yo, es que al final yo creo que esta historia describe muy bien que los seres humanos al final no es que solamente seamos territoriales, es que vivimos al final oprimidos por algo o por alguien o incluso por nosotros mismos. Sí, desde luego. El instinto sobre todo habla de hasta dónde somos capaces de llegar para sanar nuestras heridas.

Sabes, que es un poco lo que le ocurre al personaje de Javier Pereira. Hasta dónde somos capaces de arriesgarnos para sanar. Y bueno, me parece que es un gran tema aparte de la complejidad psicológica que tiene cada uno de los personajes a territorios muy diferentes. Y que no diferimos tampoco tanto de los animales al final porque aunque estamos hablando de un adiestrador de perros como es tu personaje y que le propone al personaje de Javier Pereira esta terapia para curarle de la agorafobia, al final realmente deja de manifiesto que siempre se ha dicho los animales no piensan, se mueven por instinto, pero realmente nosotros somos al final animales que avasallamos en busca de un territorio. Sí, somos animales aunque nuestra mente nos hace creer que no lo somos.

Entonces ese es un poco donde se agarra el personaje de José en la película. Y evidentemente porque los perros también tienen agorafobia. La neofobia en los perros es un miedo a lo nuevo, no sólo a los espacios sino a muchas cosas. Y está ahí. Digamos que la base del comportamiento y de las propuestas que le hace José son muy acertadas. Lo que ocurre es que luego se van tornando y se van retorciendo en otra cosa más peligrosa. Sí, sí. Deja de manifiesto, deja la película con un resquemor a mí me mantuvo muy tenso. He de reconocerlo por todo lo que sucedía porque es una historia que va de menos a más al final. Termina estallando como esos ladridos de los perros al final cuando se ponen nerviosos.

Y yo creo que al final tanto tu personaje como el de Javier son personajes con sus propios demonios. Incluso el tuyo, aunque sea el que viene a ayudarle a sanar, pero ojito con tu personaje. Sí, sí, sí. Hombre, por una parte es un personaje muy reconocible. Yo vivo en el campo y tengo perros y he estado en o con adiestradores de perros para hacer todo el trabajo de campo, de preparación del personaje. Pero aparte de eso es un personaje, un tipo de personaje, un perfil que se repite mucho en el mundo rural y en el mundo sobre todo de la caza. Es un tipo de personaje que nos une a cierta oscuridad que encontramos. No hace falta irse a los santos inocentes o a dramas como el de Puerto Urraco o cosas así, pero todos sabemos que hay una parte oscura en el mundo rural, sobre todo en lo que está relacionado con la educación, con lo antiguo, con las tradiciones, la costumbre, los animales, los perros, la sangre.

Todo eso tiene una vinculación casi ancestral con cosas con ciertas oscuridades ancestrales y son en las que se basa este personaje. Yo te decía antes de empezar esta entrevista que me parece una bestia aparte de la interpretación, de hecho te vi sobre los escenarios en aquella obra Maquiavelo, El Príncipe, El Príncipe de Maquiavelo y yo creo que esta historia me ve muy bien de ese Maquiavelo, sobre todo de un personaje. Sí, te doy la mano pero al final, ojito, porque creo que define muy bien lo que realmente somos los seres humanos en el fondo. Tenemos esa parcela oscura, que ladra en la oscuridad y que aunque te lame con la mano