
Descripción de Ansias de placer. Capítulo 1 5r1541
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Hoy presentamos, Ansias de placer.
Capítulo 1 Tenía esa edad tan deliciosa en la que te da igual todo.
Bendita adolescencia. Tan solo piensas en pasarlo bien y divertirte sin importarte nada ni nadie.
Solo te funciona una neurona, la del sexo, que está todo el día revoloteando en la cabeza como si fuera lo único que existe en el mundo.
Mi madre se había separado hace un año, bueno, más bien mi padre se había ido de casa harto de sentirse como un venado, pues le ponía los cuernos con todos los tíos que pillaba.
Le daba igual amigos, vecinos, casados, solteros, vamos, que la impresión que daba es que andaba más salida que yo, y eso era difícil, pues no paraba de hacerme pajas a cualquier hora del día.
Es verdad que ya había follado varias veces, pero mis necesidades sexuales parecían insaciables.
Tenía una hermana melliza, pero físicamente no nos parecíamos en nada. Yo era alto y delgado y ella era más bien bajita y un poco rechoncha, aunque tenía unas tetas y un culo impresionante, algo difícil de dejar pasar sin echarles unas miradas. En los atributos había salido a mi madre, aunque ella era más esbelta y algo más alta. Mi madre, desde que mi padre se fue, no había parado de traerse tíos a casa para follárselos sin ningún pudor, sin importarle que nosotros estuviésemos allí, ni que la pudiésemos ver huir.
De hecho, nada más marcharse mi padre nos habló con claridad. Nos dijo que esa era su casa y que haría lo que le apeteciera, como si antes la hubiese importado. Mi hermana, Laura, parecía haber salido a ella y tenía fama de guarrilla en el instituto. Alguno de mis amigos me había contado que les había hecho alguna paja o alguna mamada, aunque ninguno me había confirmado que se lo hubiese follado.
Ese día estaba solo en casa y me había llegado una minicámara web que había pedido por Internet. Estaba harto de hacerme pajas escuchando a mi madre gemir tras la pared de mi habitación sin poder verla y había decidido instalar una cámara en su habitación sin que se enterase. Estaba subido en una silla en su habitación, colocándola dentro de un osito de peluche de los varios que tenía en una estantería, cuando apareció Laura y me pilló.
¿Qué haces? Me puse un poco nervioso sin saber qué responder y decidí decirle la verdad.
Joder, es que estoy hasta la polla de oír follar a mamá y no poder verla.
Estoy colocando una cámara para verla desde el móvil.
¿Qué cabrón que eres? Me dijo con sonrisa perversa.
Espero que no se lo digas. Repliqué algo asustado.
Me miró con cara traviesa. No se lo diré a cambio de una cosa.
¿El qué? Pregunte impaciente.
Que yo también quiero mirar. Respiré aliviado pues mi hermana era tan cabrona o más que yo y temía que se lo dijera a mi madre para joderme, pues eso es lo que hacíamos a menudo, jodernos sin ningún sentido. La verdad es que mi madre gastaba una mala hostia de cuidado y cuando se enfadaba daba algo de miedo. No hay problema. Te pasaré la contraseña para acceder a la cámara.
Su cara volvió a ponerse más perversa. Pero... quiero verlo contigo.
Me sorprendió su propuesta pues no solíamos hacer nada juntos y la miré con perspicacia.
¿Juntos? Pero si en la puta vida hemos hecho nada juntos.
Contesté con sonrisa cínica sin entenderlo. Bueno, quizás sea hora de empezar.
Estaba alucinando ante su proposición. ¿Qué con es pretendía? Mi intención era hacerme pajas a costa de ver follar a mi madre y estando ella presente eso parecía inviable.
Venga ya, Laura. No pretenderás que me ponga a hacerme una paja contigo delante.
¿Y por qué no? Te he visto coger bragas mías y demamar el cesto de la ropa para hacerte pajas.
¿Y eso qué tiene que ver? Te podría dejar las mías, recién quitadas, para que vuelan más, jajaja.
Los dos sonreíamos de forma interrogante, como si quisiéramos saber lo que estaba pensando el otro. No me convence. Dije finalmente no creo que pudiera hacerme una paja a gusto. ¿Y si te la hago yo? Eso sí que me dejó traspuesto. Sabía que era bastante guarrilla y que no se cortaban a hacer pajas a los tíos, como ya he dicho, así que…
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