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Conquista e Imperio: América Hispánica
8- La Conquista del Caribe. 2ª parte: Jamaica, Urabá y Veragua

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11/4/2025 · 49:54
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Conquista e Imperio: América Hispánica

Descripción de 8- La Conquista del Caribe. 2ª parte: Jamaica, Urabá y Veragua k324u

En este episodio seguimos los pasos de los conquistadores en su avance por el Caribe y las costas del continente americano. Comenzamos con la conquista de Jamaica por Juan de Esquivel, quien logró imponer el control español en una isla hasta entonces apenas explorada, abriendo una nueva etapa en la presencia hispana en la región. A continuación, abordamos las complejas y accidentadas expediciones de Alonso de Ojeda y Diego de Nicuesa hacia Urabá y Veragua. Impulsados por la ambición y la promesa de riquezas, estos capitanes enfrentaron duros paisajes, resistencia indígena y una cadena de decisiones que pondrían a prueba tanto su liderazgo como la supervivencia de sus hombres. Una historia de desafíos, encuentros violentos, y la lucha constante por afianzar el poder en territorios todavía inexplorados por los europeos. 1c1y5s

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Bienvenidos a Conquista e Imperio, América Hispánica. En el capítulo anterior seguimos los pasos del valeroso Juan Ponce de León en su conquista de Puerto Rico, donde la ambición, la diplomacia y la espada se entrelazaron en una campaña que consolidó la presencia hispánica en el Caribe tras la guerra hispanotaina. Lo dejamos zarpando hacia el norte, rumbo a lo desconocido, atraído por rumores de nuevas tierras y de la mítica fuente de la juventud, hacia la Florida, cuyo nombre quedaría grabado para siempre en la historia. Hoy nos adentramos en un nuevo capítulo de esta epopeya.

Viajaremos primero a las verdes montañas y los ríos caudalosos de Jamaica, una isla que hasta entonces solo había servido como refugio de náufragos y punto de paso en las rutas del almirante Colón. Allí un hombre llamado Juan de Esquivel se convertiría en el ejecutor de la conquista, desplegando ostucia militar y voluntad férrea para someter a los caciques y fundar los primeros asentamientos hispanos en la isla. Pero no nos detendremos ahí. Volvemos al continente, a los litorales agrestes y peligrosos del Darién, donde dos figuras clave, Alonso de Ojeda y Digo de Nicuesa, intentarán establecer enclaves en las regiones de Urabá y Beragua.

Ambiciosos, valientes y en ocasiones rivales, sus expediciones estarán marcadas por la traición, la miseria y el choque brutal con un mundo indígena que no estaba dispuesto a ceder sin lucha. Un episodio de exploraciones fallidas, gestas audaces y el nacimiento turbulento de lo que pronto se llamará la Castilla del Oro. Preparaos para embarcaros en otra travesía de conquista, sudor, ambición y destino. A comienzos del siglo XVI, la corona española no había renunciado a uno de sus sueños más codiciados, encontrar un paso hacia las riquezas de oriente.

La promesa de oro, especias y maravillas fabulosas en tierras como Catay, actual China, y Zipango, actual Japón, seguía brillando en el horizonte de la corte, incluso después de que Cristóbal Colón, tras cuatro viajes, no lograra dar con esa ansiada ruta marítima. Aún se creía que, navegando por el oeste, sería posible hallar un estrecho que conectara el Atlántico con los mares del lejano oriente, permitiendo acceder a los tesoros asiáticos sin tener que cruzar los dominios del imperio otomano o competir con los portugueses por la ruta africana. Impulsada por esa esperanza, la corona organizó nuevas expediciones. El 23 de marzo de 1508, en la ciudad de Burgos, se firmó una capitulación que relanzaba el viejo sueño de Colón, encontrar el paso hacia el oriente por occidente.

El encargo recayó sobre dos navegantes muy distintos, el veterano Vicente Yáñez Pinzón, curtido en el viaje del descubrimiento y conocedor del litoral brasileño, y el entonces desconocido Juan Díaz de Solís, vecino de Lebrija. Ambos fueron elegidos por Juan Rodríguez de Fonseca, el gran arquitecto de la política ultramarina de Castilla, que aún creía en la teoría de Colón, que Catay y Zipango se encontraban cerca de las costas de Beragua.

A bordo de una carabela y un anao, acompañados por el piloto Pedro de Ledesma, veterano del cuarto viaje colombino, zarparon rumbo al oeste en busca de un paso que dividiera oriente y occidente. La expedición recorrió lo que hoy serían las costas de Honduras, Guatemala, Belice y el sur de México. Así lo relató el propio Yáñez Pinzón en los pleitos colombinos de 1513, defendiendo el mérito de haber explorado zonas jamás pisadas por Colón.

Pero a su regreso todo se torció. En la isla de la Española, el por aquel entonces gobernador Nicolás de Obando, les acusó de haber hecho negocios privados durante la expedición. Fueron encarcelados. El pleito llegó a la península, y sólo tras aclararse la naturaleza de la carga que traían, el rey Fernando los exoneró.

Incluso les premió. Ledesma fue nombrado piloto de la casa de la contratación, y Pinzón siguió colaborando con la corona, aunque ya desde tierra firme. Establecido en Sevilla, Vicente Yáñez participó en temas de logística y economía, entre otros. Incluso testificó en los pleitos colombinos. Pero en mitad de la expedición

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