
10- La Conquista del Caribe. 4ª parte: El Mar del Sur 2w405j
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En este episodio seguimos los pasos de los conquistadores en su avance por los territorios que sentarían las bases del dominio español en el Caribe y más allá. Nos trasladamos a las turbulentas tierras del istmo centroamericano, donde la ambición y las tensiones políticas marcaron el curso de la historia. Exploramos la figura de Vasco Núñez de Balboa, quien, desafiando obstáculos naturales y humanos, logró uno de los descubrimientos más trascendentales del siglo XVI: el Mar del Sur, hoy conocido como el océano Pacífico. Un hallazgo que ampliaría radicalmente el horizonte de la conquista y del imperio español. Pero este logro no estuvo exento de conflictos. Nos adentramos en la pugna entre Balboa y Pedrarias Dávila, un enfrentamiento cargado de traición, rivalidades y lucha por el poder en un territorio aún por someter. Una historia que revela no solo los avances geográficos, sino también las profundas tensiones que definirían el curso de la conquista. Una historia de exploración, ambición y enfrentamientos que sellaron el destino de América y abrieron las puertas a una nueva era en la historia del mundo. 364543
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Bienvenidos a Conquista e Imperio América Hispánica. En el capítulo anterior nos adentramos en las aguas cálidas del Caribe para presenciar la incorporación de Cuba al mundo hispánico, una isla vasta y fértil que fue ocupada y organizada bajo la firme dirección de Diego Velázquez de Cuellar. Con diplomacia hábil y mano resuelta Velázquez fundó villas, organizó la vida municipal y sometió las resistencias indígenas, tejiendo una estructura de poder que pronto serviría de base para nuevas empresas en el continente. Hoy dejamos atrás las sierras y llanuras de Cuba para dirigir nuestra mirada hacia una tierra aún más salvaje y desafiante, el Darién.
En estas selvas densas y ríos caudalosos se forjará la figura de Vasco Núñez de Balboa, un hombre que entre la adversidad y la ambición logrará consolidar el dominio hispánico en el Istmo de Panamá. Más aún encabezará la expedición que, tras atravesar cordilleras desconocidas y enfrentarse a peligros sin parangón, descubrirá el vasto mar del sur, el océano que los siglos venideros conocerán como el Océano Pacífico.
Pero esta historia no será únicamente de glorias, también seremos testigos de la llegada de Pedro Arias Dávila, Pedrarias, un hombre enviado por la corona para traer orden, pero cuya presencia desatará una rivalidad amarga, intrigas palaciegas y un desenlace trágico que cambiará para siempre el rumbo de las posesiones castellanas en estas tierras.
Preparaos para seguir el rastro de los primeros conquistadores en su lucha contra la naturaleza, los pueblos originarios y sus propios demonios interiores. En este capítulo asistiremos a uno de los hitos más impresionantes de los inicios del imperio en América, la epopeya del mar del sur está por comenzar.
Antes de seguir avanzando en esta travesía histórica es esencial detenernos en un documento que, aunque en apariencia era sólo un acto jurídico, tuvo profundas consecuencias para los pueblos indígenas de América, el requerimiento.
Corría el año de 1513 cuando bajo el impulso de las recientes leyes de Burgos, las cuales comentaremos en mayor profundidad en otro capítulo, el jurista Juan López de Palacios Rubios redactó un texto singular. Su misión era sencilla pero cargada de gravedad, ser leído en voz alta a los pueblos indígenas antes de cualquier enfrentamiento armado, como una suerte de advertencia solemne.
El requerimiento comenzaba explicando que Dios único y eterno había creado el mundo y encomendado a San Pedro y sus sucesores, los papas, el gobierno de toda la humanidad. Así, en virtud de esta autoridad, el papa había donado las tierras recién descubiertas a los reyes de España. A partir de ahí el mensaje era claro, los indígenas debían reconocer a la iglesia por señora y superior a del universo mundo y al sumo pontífice llamado papa en su nombre y al rey y la reina nuestros señores en su lugar. Palacios Rubios justificaba esta exigencia apoyándose en la historia sagrada, comparándola a cuando Josué recibió la tierra de Canaán.
El rey puede con pleno derecho enviar hombres para instar a esos indios idólatras a que les entreguen sus tierras, afirmaba. Si los indígenas aceptaban, se les prometía clemencia. Sus altezas los recibirán con todo amor y caridad. Los dejarán vuestras mujeres, hijos y haciendas libres. Pero si resistían o demoraban su respuesta, el requerimiento lo dejaba claro.
Os haré guerra por todas las partes y maneras que tuviere. Tomaré vuestras personas y las de vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos. Este procedimiento no era un capricho aislado, formaba parte del espíritu de las leyes de Burgos de 1512, las primeras ordenanzas reales destinadas a regular la presencia española en el nuevo mundo.
Estas leyes reconocían que los indígenas eran seres humanos libres, pero al mismo tiempo los obligaban a aceptar la autoridad de la corona y la fe cristiana.
Así, el requerimiento funcionaba como el paso previo antes de recurrir a las armas.
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