15. El café de los deseos y las cartas 583c2d

Bienvenidos a Un beso en la taza. Soy Olga Paraíso y hoy quiero invitarte de nuevo a aquella cafetería de los abrazos. ¿La recuerdas? Ese rincón mágico donde el café sabe a calma y el tiempo parece detenerse. Pero hoy quiero mostrarte algo más. Esta vez vamos a descubrir un lugar escondido, casi secreto, lleno de historias esperando a ser leídas.

Subiremos esas escaleras, las mismas que nos llevan a ese rincón especial. Y allí, entre las estanterías repletas de libros, encontrarás algo que no esperas. Una caja de madera con un pequeño cartel escrito a mano que dice, coge una y léeme. Es imposible no sentir curiosidad. El lugar parece tener su propia energía, como si la caja de madera supiera que tarde o temprano todos necesitamos leer algo que nos haga sentir menos solos. La regla es sencilla, casi un pacto silencioso.

Puedes tomar una carta de la caja, pero a cambio debes dejar otra escrita por ti. Algo que también cuente una historia. Es un intercambio de almas, de emociones, de momentos congelados en palabras. Cada carta, cada mensaje, es un reflejo de alguien que estuvo allí antes que tú. Me acerqué con cuidado, como si estuviera a punto de abrir un pequeño tesoro. Había un revoltijo de papeles, sobres de colores, hojas arrancadas de cuadernos, postales, dibujos y hasta servilletas con palabras gravateadas.

Es el rincón donde las personas dejaban pedacitos de sí mismas. Y yo había encontrado algo inesperado. Un sobre pequeño, apenas decorado, cuyo papel mostraba el desgaste del tiempo.

Lo tomé con cuidado, como si sostuviera algo frágil y lleno de secretos. Me quedé mirando el sobre, y en ese instante entendí por qué esa caja era tan especial. No sólo contenía historias, sino que conectaba a personas a través de ellas, entrelazando vidas que quizás nunca se cruzarían de otra manera. Había hojas de papel roto, algunas no se podían leer por completo, y cada palabra rota parecía contener un fragmento de vida, un pensamiento perdido, cargado de significado.

Los errores también son caminos, a veces son los mejores caminos. ¿Qué fue de los sueños que dejamos olvidados? Tal vez siguen ahí, en algún rincón, esperando ser encontrados. No podía evitar preguntarme quién había escrito aquellas palabras. ¿Había sido alguien que buscaba consuelo, o alguien que deseaba dejar un mensaje?