
Descripción de Yahvé, Baal y el becerro de oro 5m6l1a
El pasaje del becerro de oro descrito en el Éxodo es uno de los más interesantes y complejos de toda la Biblia. En él se libra de forma literaria una lucha por el poder, a través de un cambio de paradigma político disfrazado de religión. En este ensayo analizamos la simbología asociada al becerro de oro y las diferentes capas literarias del relato bíblico para concluir que el becerro que hizo Aarón era una representación de Yahvé, herencia sincrética del culto al dios Baal, y que el pecado asociado no era tanto espiritual como político: tal cosa consistía en deslegitimar el poder de mando de la nueva casta sacerdotal. El proceso de redacción de este pasaje nos invita a sospechar la conexión de este argumento con los anhelos de los autores y su intención doctrinal. "No es sino la lucha entre una forma política iconoclasta, espiritual y centralizada en Moisés, a través de la casta sacerdotal, contra la forma popular, material y descentralizada que recurre a los dioses de forma particular e ingobernable." 0:00 Introducción. 1:13 El toro como símbolo de fertilidad y fuerza. 4:21 ¿Por qué de oro? 6:39 Influencia egipcia: el toro Apis. 8:07 Influencia cananea: el toro Baal. 14:46 El mensaje del becerro de oro. 17:05 El becerro de oro representaba a Yahvé. 20:42 Yahvé era Baal. 26:44 La dimensión política del becerro. 30:14 Conclusión. Conviértete en mecenas de este canal para apoyar mi trabajo y disfrutar de privilegios: https://www.youtube.com/channel/UCy3Ao0p7kCJ5iYF72macr7g/ Mi web literaria: www.javiercaravaca.com YT, TW, IG, FB: @caravacajavi TikTok: @caravacajavier Vídeo de @danahilmiguel @identi_ty360 Music by Epidemicsound. Puedes escuchar mi podcast en Youtube, iVoox, Spotify y Amazon Music. También los extractos más relevantes en IG, TikTok y FB. 5y5x52
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El pasaje del becerro de oro descrito en Éxodo es uno de los más interesantes y complejos de toda la Biblia. En él se libra de forma literaria una lucha por el poder, a través de un cambio de paradigma político disfrazado de religión. En este ensayo analizamos la simbología asociada al becerro de oro y las diferentes capas literarias del relato bíblico para concluir que el becerro que hizo a Aarón era una representación de Yahvé, herencia sincrética del culto al dios Baal, y que el pecado asociado no era tanto espiritual como político. Tal cosa consistía en deslegitimar el poder de mando de la nueva casta sacerdotal.
El proceso de redacción de este pasaje nos invita a sospechar la conexión de este argumento con los anhelos de los autores y su intención doctrinal.
En las culturas del antiguo cercano oriente, los bóvidos se asociaban con la fuerza militar, la fertilidad de la tierra y la solidez económica. No en vano, doblegar a un toro ha sido siempre ejemplo de la mayor bravura humana, desde el toro de Creta, que redujo Heracles en el séptimo de sus trabajos, hasta la tauromaquia de hoy. Por otra parte, la cría de ganado era un indicador de riqueza, tanto el semental adulto, fértil y generador, como el becerro tierno, espejo de abundancia y alimento.
A partir de la indudable fuerza que se le atribuye al toro, la fertilidad y la riqueza surgen asociadas de manera natural en el caso de los animales machos. El más fuerte y vigoroso es el más viril, en consecuencia es el más fértil y fecundo, y la abundancia de cría es síntoma de riqueza natural. Si damos un paso más en el pensamiento simbólico, poco cuesta asociar la fuerza al poder militar, la fecundidad a la abundancia de alimentos y la riqueza natural a la riqueza económica.
Pero no sólo era visto así en el antiguo cercano oriente. La cultura griega clásica que nos invade y nos instruye nos recuerda esos símbolos de vigor con el mito del toro de Creta mencionado, el del minotauro que mató Teseo, o el toro en el que se convirtió Zeus para raptar a Europa, por citar sólo los más conocidos. Cien toros sacrificaban en el rito de las hecatombes, demostración de un esfuerzo descumulante. Sus ecos nos llegan hasta hoy como metáforas, quizá de forma paradigmática con la tauromaquia, pero también nos alcanzan, en silencio, los variopintos escudos de armas presididos por un toro que representa la fuerza y la vitalidad.
La ciudad de Turín lo esculpe rampante en sintonía con su vigor. Torino se dice en italiano en recuerdo de la tribu guerrera taurina que habitaba en la Liguria en tiempos antiguos. De forma similar aparece también en el escudo de Moldavia o en el del cantón de Uri, en Suiza, cuyo nombre alude etimológicamente a un bóvido, posiblemente el Uro, que es un antepasado ya extinto del toro actual, todavía más grande y fuerte.
Resulta interesante observar cómo en los tres casos el toro se representa de oro, o sobrefondo de oro, igual que el becerro del Éxodo, cuyos atributos en heráldica, los del oro, aluden a la fuerza y la prosperidad, entre otros. Podríamos seguir, pero lo dejaremos con el famoso icono del toro de Wall Street, vigoroso y dorado, símbolo paradigmático de la fortaleza y la prosperidad económicas.
No es extraño, por tanto, que los israelitas eligiesen un símbolo de vitalidad y prosperidad como el toro para acompañar el anhelo que debieron sentir en su ambiente desértico, y tampoco que Aarón lo hiciese de oro. La asociación con lo divino es evidente, el oro es escaso, incorruptible, brillante como el sol. En Egipto el oro era considerado la carne de los dioses, y los faraones se enterraban en sarcofagos de oro para volver reencarnados al mundo de lo divino de donde procedían. En Mesopotamia,
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