Windows On The World - Una historia en las alturas 55u6i

Soy sergio llore si esto es palabras sonoras carmela y antonio subieron al metro en una de las paradas del bronx se conocieron a principios de verano su amor llegó a través de las ventanas más altas de nueva york aquellos ojos fueron la entrada y la salida de la luz de aquel verano carmela era camarera del windows on the world el restaurante con mejores vistas de manhattan no había nada más agradable que saborear una taza de café a cuatrocientos metros de altura comenzaban siempre los clientes carmela era una de las ciento sesenta personas que componían la plantilla estaba sin papeles la intención de su jefe tampoco era la de regular su situación carmela vino de méxico en el año noventa para pasar unas vacaciones en el país del sueño americano y se quedó para siempre el lavavajillas industrial del windows no daba abasto se necesitaba personal y apareció antonio que estaba harto de pasar el aspirador por las moquetas de cantor fitzgerald y de escuchar las carcajadas de los brokers antonio también era mexicano con la visa caducada hace años vamos que para la istración bush o para cualquier otra istración norteamericana era un ilegal antonio empezó a trabajar en el restaurante en aquel verano decidió cambiar la moqueta y el aspirador por los guantes y el estropajo era un trabajo duro al igual que el de carmela doce horas al día con una pausa de treinta minutos para comer pero antonio aceptó el verano fue agotador demasiadas horas platos vasos turistas los días eran interminables sin embargo empezó a surgir algo importante las alturas del bajo manhattan mucho más importante que cualquier acción de bolsa o cualquier obra de arte colgada en los pasillos enmoquetados del cantor entre aquellas ventanas que se asomaban al mundo nació el amor entre carmela y antonio cuando el restaurante cerraba sus puertas los dos se acercaban a las ventanas con las cabezas juntas recorrían la noche las luces de los rascacielos los puentes de brooklyn y la punta roja blanca y azul del empire state pero no sólo miraban eso no sólo era la ciudad de nueva york lo que veían a través de las ventanas por allí también se sumaban sus recuerdos del verano tan bellos y tan altos como la sombra de la torre uno aquellas ventanas sabían de sus te quiero compartidos de las veces que se habian amado en el vestuario antes y después del trabajo de los besos dados a escondidas en el outfit lejos de la mirada inquisidora del jefe de sus manos siempre enlazadas al subir y bajar por el ascensor ultrarrápido de la torre norte de los paseos por los puentes del hudson al c lavar la jornada de los cigarrillos fumados a la orilla de uno de los lagos del central park y también de la sonrisa si los abrazos y los silencios y los gestos y del amor perdurable de aquel último verano la mañana del once de septiembre los dos fueron puntuales el metro llegó a su hora la estación del world trade center una vez allí carmela y antonio subieron al ascensor ciento diez pisos en ocho segundos llegaron al windows con los oídos taponados se cambiaron carmela se puso el uniforme y antonio mono viejo todo normal como siempre salvo que una cosa negra se acercaba hacia la torre eran las ocho cuarenta y tres de la mañana dos minutos después aquel punto negro resultaba ser un boing siete seis siete que arremetía contra la torre norte a setecientos cincuenta kilómetros por hora incrustándose entre las plantas noventa y noventa y nueve el rascacielos se tambaleó izquierda derecha luego paró en seco a continuación gritos humo polvo calor cenizas antonio salió de la cocina buscó a carmela la encontró se abrazaron les faltaba el aire corrieron hacia las ventanas los cristales estaban rotos