Un vampiro de mil años: Ezequiel 1n1s4q

pues doy caza a los humanos para sobrevivir.
Vosotros también matáis para sobrevivir.
Me habéis encadenado a esta silla
y estáis esperando a que salga el sol
para ver cómo me convierto en cenizas.
Ya que estamos en esta situación
te contaré algunos recuerdos de mi vida
que ya no puede llamarse así.
Aún falta tiempo para el amanecer.
Mi nombre es Ezequiel.
Aunque a lo largo de mi existencia fui conocido por distintos nombres
llevar tanto tiempo sobre este mundo
te obliga a cambiar de identidad para no levantar sospechas.
Pasé mi infancia y mi juventud
en la granja de mis padres.
Mi madre, Sara,
enfermó de gravedad.
Antes de que muriese
pasé tanto tiempo a su lado como me fue posible.
Estoy convencido de que la medicina moderna la habría salvado.
Al caer la noche,
tras enterrarla,
mi padre me regaló un torque de latón
que perpendecía a la familia de mi madre.
Ella se lo regaló a él el día de su boda.
Ahora quería que lo tuviese yo
para que jamás me olvidase de ella.
A pesar de nuestra tristeza
la vida debía continuar.
Las tareas de la granja no dejan tiempo para el llanto.
Recuerdo
cuando murió el viejo rey.
Su hijo, Wilken,
decretó una jornada de luto nacional.
Largas jornadas de oración
por el alma del difunto
tras largas jornadas de trabajo.
Después
todo se fue al traste.