UN CURSO DE MILAGROS - 13. XI (2) - La paz del Cielo (6 a 11 de 11) 2z5n1y

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Bien, pues vamos a dar comienzo a una nueva sesión de lectura explicada de un curso de milagros.
Y esta vez estamos con el capítulo 13, el mundo inocente, y lo estamos terminando,
porque estamos viendo el último epígrafe del capítulo, la paz del cielo, que es el 11,
y habíamos visto ya una primera parte de este epígrafe en nuestra pasada sesión,
en la que habíamos visto los 5 primeros puntos.
Entonces, hoy empezaremos en el punto 6, para acabar en el punto 11,
y de esa manera acabaremos el capítulo 13.
En los 5 primeros puntos nos había estado contando Jesús cuáles eran las alternativas del ego
para hacernos, despojarnos de la culpabilidad.
Decía el olvido, el sueño y la muerte.
Y luego nos empezaba a explicar que la única manera de poder liberarnos de esa culpabilidad
y conseguir el estado mental de paz, dicha y gozo, profundos, estables y duraderos,
esto es una expresión diferente a la que utiliza Jesús aquí, pero es muy descriptiva,
la paz del cielo, siempre pasaba lógicamente, como es el tema habitual en un curso de milagros,
por el permitir al Espíritu Santo que te indique un contraste
y permitirle que te señale cuál es la elección oportuna en cada momento.
Esto es lo último en lo que estaba insistiendo Jesús y que estábamos viendo en la pasada sesión.
Vamos a continuar con el punto sexto, que dice así, sin más preámbulo.
En el cielo no recordarás cambios ni variaciones.
En otro sitio dice de una forma muy gráfica en un curso de milagros
que el mundo de la ilusión es el mundo de los grados, los aspectos y los intervalos.
Es el mundo de la relatividad en contraposición al mundo del espíritu, que es el de la unidad, el mundo real.
Y en la relatividad, lógicamente, no hay verdades absolutas, aparentes, sino que son profundas y hay que descubrirlas.
¿Y cómo se descubren? Por medio de los contrastes de lo que es relativo,
lo que para mí es una cosa, para ti es otra, podemos discutir sobre ello,
pero hay un camino en el cual encontraremos una verdad profunda que nos iguale y nos permita compartir
y nos permita volver a ser uno, incluso aquí en una experiencia de aparente separación.
En el cielo no recordarás estos cambios ni estas variaciones porque retornarás a tu estado original.
Solo aquí, sigue diciendo Jesús, tienes necesidad de contrastes.
Los contrastes y las diferencias son recursos de aprendizaje necesarios,
pues gracias a ellos aprendes lo que debes evitar y lo que debes procurar.
Pues esto es precisamente lo que consigues cuando pones en manos del Espíritu Santo
la señal de qué es lo que debes procurar y qué es lo que debes evitar.
A través de una situación de contraste, el Espíritu Santo decíamos en la pasada sesión
que te indica a través de la emoción, te indica en el corazón,
de esta forma te has sentido mejor y de esta forma te has sentido peor.
Lo que tienes que evitar es sentirte mal y tienes que conseguir sentirte bien.
Pero sentirte bien no es una euforia egoica, sino es una paz completa que está de fondo.
Entonces también tienes que permitirle al Espíritu Santo que te enseñe lo que debes elegir.
Porque al principio, como bien dice un curso de milagros también,
en otro punto puedes estar confundido perfectamente entre la dicha y el dolor
y elegir el dolor en el contraste.
Entonces no solo es que el Espíritu Santo te muestre la dicha y el dolor en diferentes situaciones,
según como las percibas, sino que además te enseña a elegir.
Porque puedes todavía, tal es la demencia de esta experiencia humana,
estar tan confundido que puedas elegir el dolor en vez de la dicha.
De hecho, muchas veces elegimos el dolor conscientemente por encima de la dicha,
porque hay otros condicionantes, decíamos también,
que nos generan un miedo a elegir la dicha,
porque pensamos que la dicha es el dolor.