
Descripción de La Tremenda Corte "Dinericidio" 3z7169
"La Tremenda Corte" es uno de los programas cómicos radiofónicos cubanos más escuchados alrededor del mundo. Nadie puede evitar conocerlo y escucharlo. Sonríe escuchando las ocurrencias de José Candelario "Tres Patines". q6u59
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
El tremendo juez de la tremenda corte va a resolver un tremendo caso.
Buenas noches, secretario.
Buenas noches, señor juez.
¿Cómo sigue de salud? De salud sigo bien, pero de lo que sigo muy mal es de dinero.
Pero señor juez, ¿está usted en la TEA? No, de ningún modo.
Yo soy un hombre de carrera, un magistrado de categoría, y las personas cultas como yo nunca estamos en la TEA.
Ah, no.
No, señor.
Las personas cultas cuando no tenemos dinero estamos en la inopia.
¿En dónde? En la inopia.
¿Y dónde queda la inopia? Al lado de la TEA, pero en un barrio.
No, señor juez.
La inopia no es un erizo.
Sí, pero es un erizo elegante vestido de etiqueta.
Y a propósito, ¿usted no podría hacerme un préstamo pequeño de cinco pesos nada más? ¿Yo? ¿Qué va, señor juez? Yo ni siquiera soy tan elegante como usted.
¿Por qué me dice usted eso? Porque yo estoy en un erizo vestido de verón.
Bueno, ¿qué le vamos a hacer? Sí, claro.
Que tengan paciencia, ¿eh? No, lo que hay que tener es una mina de petróleo.
Pero, en fin, dejemos eso y vamos al asunto.
¿Qué caso tenemos hoy? Un hurto.
¿Qué fue lo que se hurtaron? Un sobre con dinero.
Pues llámalos complicados en ese dinericidio.
Enseguida, señor juez.
Rudecindo, Caldeiro y Escovina.
¡Presente! ¿No falta nadie por llamar, secretario? No, señor juez.
¿Tiene nada, nena? Bueno, mandó un certificado médico diciendo que hoy no podía venir porque tenía que ir al cine.
¿Cómo itió ese certificado, compadre? Un médico no puede ser.
Bueno, tampoco así, ¿eh? Los médicos certifican lo que les da la gana.
Porque para eso han estudiado medicina.
Póngase cinco pesos de multa por contestarle así a su jefe.
Pero...
Y póngale otros cinco al médico que hizo ese certificado.
Muy bien hecho, doctor.
Póngale otros cinco a nena Nina por haberse ido al cine sin mi permiso.
¿Y ella tenía que pedirle permiso a usted para ir al cine? Sí, doctor.
Porque yo le di un peso para que viniera en máquina a servirme de testigo contra...
Y lo que hizo, por lo visto, fue irse al cine con el peso que yo le di.
Yo no sé cómo hay gente que le pueda robar un peso así, arrugleciendo, chico.
Usted no se lo explica, ¿verdad? No, señor juez.
Yo soy...
Yo soy de un carácter tan honrado que eso es algo que no me cabe a mí en la cabeza, chico.
¡Bendito Dios! ¡Qué carentudo es el hombre este! ¿Quién, chico? Usted mismo, compadre.
No le cabe en la cabeza que me roben un peso y usted me ha robado 45.
¿Yo? Sí, usted.
Oiga, señor juez, no le vaya a hacer caso porque hoy sí es verdad que arrugleciendo no tiene ninguna razón, ¿eh? Seguro que no, doctor.
Palabra que no, chico.
Mira, lo que tú tienes que hacer hoy es condenar a Nina por haberse ido al cine sin permiso de arrugleciendo.
Ajá.
Y condenar a arrugleciendo por acusarme a mí sin tener motivo ninguno.
¿Y a usted por qué lo condena? Por nada, chico.
¿Me pueden liberar para que me puedan ir al cine? Yo también, ¿no? Oiga, tiene usted ganas de ir al cine hoy, ¿verdad? Sí, porque, óyeme, en el cine de mi barrio están echando una película, las italianas.
Sí.
Con unos...
Óyeme, tiene unos amorresos tremendos y unos besos de media hora de largo.
¿A usted le parecen bien en la película esos besos tan largos? A mí sí, chico.
¿De qué se ríe? No sé.
Pues también no me parecen.
Yo creo que cuando en una película es necesario que un galán le dé un beso a una dama, con un segundo es bastante.
¿Con un segundo beso? No, ¿cómo con un segundo beso? Sí, tú dices que después del primero le reviente el segundo.
No, señor, yo no digo que le reviente nada.
Lo que yo digo es que el beso, cuando sea necesario, debe tener el tamaño de un segundo.
¿De segundo peso? No, de un segundo de duración.
¿De segundo? Sí.
Pues cada beso que se dé no debe durar más que un segundo.
Ah, lo que tú quieres es que se besen a una velocidad de 60 besos por minuto, ¿no? Bendito Dios.
Lo que quiere el señor juez es que en las películas haya más orden y más seriedad.
Usted está de acuerdo conmigo, ¿verdad, Rodasín? ¿Cómo no, doctor? Toda la vida soy tuyo, soy tuyo.
¿Qué es eso? Quiero decir que opina igual que usted.
Hay películas en que hasta los...
Los titanos, doctor, son una cosa que realmente escuece.
¿Qué es lo que no entiende de la película, chico? Hombre, mire, por ejemplo, hace tiempo yo vi una película de la Pampanini que se llamaba Un marido para Ana.
¿Usted cree que eso está bien, doctor? Dígamelo sinceramente, dígalo, dígalo.
¿Qué es eso, chico? Eso pregúntase a Ana, ¿verdad, chico? ¿Cómo que se lo pregunte a Ana? Claro que sí, chico.
Si Ana estaba soltera, ¿qué tiene de particular que quisiera casarse, chico? ¿Tú no te casaste también, Rodasín? No, chico, pero yo no hice una película titulada Una mujer para Rodasín Ducaldero.
Bueno, chico, pero tampoco tú eras la Pampanini, chico.
No, de que Dios lo quiera, hombre.
La Pampanini estará muy bien, pero yo no le envidio absolutamente nada.
Bueno, ya dejen eso y vamos al juicio.
Comentarios de La Tremenda Corte "Dinericidio" 44d4v