
Descripción de El Sombreron de Chiapas l2k1p
En los fríos y enigmáticos Altos de Chiapas, hay leyendas que aún viven entre el viento y los árboles. Esta noche, El Narrador de Historias te lleva a un pueblo donde una joven de cabello negro descubre que no todos los músicos tocan por amor… Una guitarra. Una mula de ojos rojos. Y un sombrero que esconde un destino maldito. ¿Te atreves a escucharlo? 🎙️ Historias, leyendas y relatos enviados por suscriptores. 📧 Mándanos tu historia o comentario a: [email protected] / [email protected] 📍 Disponible en Spotify, Amazon Music, Apple Podcast, Castbox, iVoox, iHeart Radio y YouTube Podcast. 🕘 Nuevos episodios cada semana a las 9PM (hora CDMX). Yo soy el Narrador de Historias… Buenas noches. 1r2ln
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
En los altos de Chiapas, donde las montañas tocan las nubes y el silencio pesa en la madrugada, hay historias que no se cuentan en voz alta, historias que la gente prefiere olvidar, aunque sepan que siguen ahí, rondando entre los árboles. Esta es una de esas historias, la historia de un hombre pequeño, elegante y maldito, el sombrerón.
Dicen que aparece cuando cae la noche, montado en una mula negra de ojos rojos, con botas relucientes, capa larga y un sombrero tan grande que le cubre la cara.
Nadie sabe de dónde viene, solo se sabe que llega cuando encuentra a una mujer de cabello largo y oscuro. La historia que estás a punto de escuchar ocurrió hace algunos años en las afueras de San Juan Cholula. Ana era la hija mayor de don Felipe, un curtidor de pieles muy conocido en el pueblo.
Tenía 17 años y una belleza que llamaba la atención dondequiera que pasara, pero lo que más destacaba era su cabello largo, un cabello largo, negro y grueso que le llegaba casi a la cintura. Cada mañana Ana lo peinaba frente al espejo con una paciencia sagrada, como si cada cabello fuera parte de un ritual, su madre solía decirle en tono de broma, ten cuidado mija, con ese cabello vas a llamar al sombrerón.
Ana se reía, no creía en esas cosas hasta que empezó a escuchar. Fue una noche sin luna cuando Ana se despertó por el sonido de una guitarra suave, triste, como si alguien llorara con los dedos. Se asomó por la ventana y ahí estaba, un hombrecito de negro, de pie, en medio del camino, rasgueando una guitarra plateada, no hablaba, sólo tocaba y la miraba. Aunque no podía verle el rostro, Ana sintió su mirada como un cuchillo en la piel.
A la mañana siguiente no dijo nada, pensó que había soñado, pero la siguiente noche volvió a escucharlo, y la siguiente también. Empezó a cambiar, Ana ya no comía, no hablaba con sus hermanos, se quedaba horas peinando su cabello frente al espejo, con los ojos fijos, como en un trance. Su padre preocupado mandó a traer al párrojo, su madre rezaba con rosarios y encendía velas en cada rincón, pero nada detenía la música, porque cada noche el sombrerón regresaba.
Una vez su hermana menor se asomó por la rendija de la puerta y lo vio, pequeño, inmóvil, tocando su guitarra, a sus pies, tres mulas negras con trenzas en la cría. Fue entonces que la abuela habló, una mujer sabia, callada, que no intervenía a menos que fuera necesario, no hay otra, hay que cortarle el cabello antes de que se la lleve.
Nadie quería hacerlo, Ana gritaba, se resistía, decía que él la amaba, que no podían separarlos. Él canta para mí, nadie me ha amado así. Pero al final, entre lágrimas y rezos, su madre le cortó el cabello, todo hasta dejarla con la cabeza al ras. Esa noche no se escuchó la guitarra, ni al día siguiente, ni nunca más. Ana volvió en sí, lloraba por no recordar nada, y desde ese día jamás volvió a peinarse frente a un espejo. En los pueblos de Chiapas aún se dice
Comentarios de El Sombreron de Chiapas 50m6s