
Descripción de Snow Crash, de Neal Stephenson 4d2l1g
Novela referente del ciberpunk y de la ciencia ficción noventera con gran impacto en el Silicon Valley de los 90. Anticipó fenómenos actuales como el metaverso o los virus disruptores. En el futuro cercano, los americanos sólo destacan haciendo cuatro cosas: música, películas, programas... y repartir pizza en menos de treinta minutos. En el mundo real, Hiro Protagonist trabaja de repartidor para Pizzas Cosa Nostra Inc., pero en el Metaverso es un príncipe guerrero. Y en el Metaverso se enfrenta con algo aún más terrible que la posibilidad de llegar tarde a una entrega: el enigma de un virus que amenaza con provocar el infocalipsis. 2sc64
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Snow Crash. Neal Stephenson.
INTRODUCCIÓN En 1984 vieron la luz dos novelas que iban a tener muy distinta resonancia. Una de ellas, Neuromante, del canadiense William Gibson, renovó la SF y prácticamente inventó una visión de la tecnología y su interacción con el ser humano que, plasmada más tarde en creaciones tanto literarias como cinematográficas e incluso musicales, se convertiría en uno de los memos contraculturales de más éxito de los 80, el cyberpunk. Aunque Neuromante no surgió de la nada, pensemos, por ejemplo, en el film Bloodrunner, de 1982, el impacto que provocó su publicación la llevó a acaparar todos los premios imaginables y la convirtió en el libro de SF de referencia del último cuarto del siglo XX. Todavía se sigue reeditando.
La otra novela pasó sin pena ni gloria. A juzgar por los datos disponibles, no era una obra de ciencia ficción sino más bien se trataba de una comedia juvenil. Su título era Debbie Woo, y había sido escrita por un tal Neal Stephenson. Hoy en día los catálogos la listan como, agotada, y lleva varios años así. Entre la publicación de ambas novelas y la aparición de Snow Crash, la tercera novela de Stephenson y la primera de este autor que se puede considerar un gran éxito, transcurrieron ocho años. En ese periodo, el cyberpunk, un movimiento renovador y con cierta tendencia al rompe y rasga y a quemar etapas, pasó como en Fast Forward por todas las fases de cualquier corriente artística o literaria, hasta el punto de ser dada por muerta y a todos los efectos abandonada por casi todos aquellos que en su día abanderaron el movimiento.
Naturalmente, dejó a su paso algunos cadáveres hermosos, pensemos en la obra de Pat Cuddygain, Bruce Sterling o Walter John Williams, por citar algunos cyberpunks notables, y una influencia duradera. Pero sobre todo generó una imparable marea de imitadores que inundaron las estanterías con aventuras más o menos clásicas a las que se había aplicado un barniz posmoderno y aderezado con términos como, red. ciberespacio, o, ya, nomenclatura informática y sueños digitales para disimular el agotamiento del impulso renovador, para tapar la absoluta carencia de ideas nuevas. Autoplagio. El fin de la revolución. Hasta Snowcrash, claro Steven San es un provocador nato, lejos de él la idea de imitar o repetir los esquemas de otros autores, y en Snowcrash se encarga de demostrarlo a lo grande. Esta obra tiene la extraña habilidad de ser, simultáneamente, la más creíble y a la vez la más especulativa y fantasiosa de las novelas cyberpunk.
En vez de los tecno-delirios acerca de implantes cerebrales e inteligencias artificiales ultrahumanas en los que el subgénero abunda, Steven San diseña una extensión lógica y perfectamente plausible de las redes informáticas actuales, tanto, que en realidad es difícil explicar por qué no podría funcionar hoy en día. Y con la misma mirada racionalista extrapola otras tendencias, no ya tecnológicas sino sociales y culturales, de forma tan certera que, aunque nos parezcan exageradas o caricaturescas, no dejan de provocarnos un escalofrío. Sus personajes, lejos del tópico del héroe impasible y de recursos inagotables, piensan en sus madres, sienten miedo, meten la pata y en ocasiones querrían estar muy lejos de dónde los ha llevado la acción. Son personas. Sí, claro, también son héroes, como Steven San no deja de recordarnos de forma socarrona al llamar a uno de los principales personajes hero protagonist, héroe protagonista.
Pero, ¿cuándo fue la última vez que leíste una aventura en que el héroe no le quita el ojo de encima a su antagonista para poder huir aterrorizados y éste intenta acercarse? El mundo que nos pinta Steven San es extraño, pero a la vez tan familiar que al leer llegamos a tener la sensación de que hemos encontrado accidentalmente el periódico de pasado mañana o del año que viene. Y las ideas con las que nos bombardea son tan sugerentes, están tan bien imbricadas, son tan, rayos, tan originales que uno no puede sino cerrar a veces el libro por unos instantes y dejar vagar la mente por las infinitas posibilidades que nos regala generosamente Steven San. Añádansele a la mezcla unas gotas de romance, no poca dosis de acción y grandes, inmensas cantidades de ironía aderezadas con cierta amarga reflexión, y tendremos una idea bastante aproximada de lo que nos depara Snow Crash. Así que pasa página y no pierdas el tiempo. Te reto a que al terminar me digas que la novela te ha dejado indiferente.
Juan Mavarranquero. Snow n. Segunda. Cualquier cosa similar a la nieve, b.
Puntos blancos que aparecen en la pantalla del televisor como resultado de una recepción débil Crash V. A. I. N. T. R. Quinta. Fallar de forma repentina, como un negocio o la economía. De American Geratilla.
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