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Snow Crash, de Neal Stephenson 4/4

Snow Crash, de Neal Stephenson 4/4 2z1219

24/4/2025 · 03:59:59
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Descripción de Snow Crash, de Neal Stephenson 4/4 5n554g

Novela referente del ciberpunk y de la ciencia ficción noventera con gran impacto en el Silicon Valley de los 90. Anticipó fenómenos actuales como el metaverso o los virus disruptores. En el futuro cercano, los americanos sólo destacan haciendo cuatro cosas: música, películas, programas... y repartir pizza en menos de treinta minutos. En el mundo real, Hiro Protagonist trabaja de repartidor para Pizzas Cosa Nostra Inc., pero en el Metaverso es un príncipe guerrero. Y en el Metaverso se enfrenta con algo aún más terrible que la posibilidad de llegar tarde a una entrega: el enigma de un virus que amenaza con provocar el infocalipsis. 2sc64

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49. A veces ven barcos en la distancia. Un par de ellos incluso se acercan para echarles un vistazo, pero no parecen estar de humor para rescates. Hay pocos altruistas en las inmediaciones de la almadía, y debe de resultar evidente que ellos no tienen mucho que robar.

De vez en cuando ven algún viejo pesquero de altura, de entre 15 y 30 metros de eslora, con media docena de pequeñas lanchas rápidas agrupadas a su alrededor. Cuando Elliot les informa de que son barcos pirata, Vic y Ojo de Pez aguzan el oído. Vic desenvuelve su rifle del montón de bolsas impermeables que usa para protegerlo del agua salada, y desprende la abultada mira para poder usarla como catalejo. Hero no encuentra razón para quitar la mira del rifle, salvo el hecho de que si no lo hace parecerá que está amenazando a cualquiera a quien mire. Cada vez que aparece un barco pirata se turnan para mirar con el catalejo, recorriendo los diferentes modos del sensor, visible, infrarrojo, etc.

Elliot lleva suficiente tiempo dando vueltas por la costa del Pacífico para reconocer los colores de los diversos grupos de piratas, así que viéndolos por la mira sabe quiénes son, un día Clint Eastwood y su banda navegan junto a ellos unos minutos, estudiándolos, y los siete magníficos envían una pequeña lancha para que se acerque y averigüe si hay algo que saquear.

Hero casi desea que los siete los hagan prisioneros, porque tienen el barco pirata de mejor aspecto, un antiguo yate de lujo con tubos de lanzamiento de Exaset sujetos a la cubierta de proa. Pero se retiran sin encontrar nada interesante. Los piratas, sin conocimientos de termodinámica, no llegan a entender las implicaciones del eterno penacho de vapor que brota bajo el bote salvavidas.

Una mañana, un viejo y enorme pesquero de arrastre se materializa muy cerca de ellos.

Puede surgir de la nada cuando se retira la niebla. Hero lleva rato oyendo sus motores, pero no se había dado cuenta de lo cerca que estaba.

¿Qué en es son? Dice Ojo de Pez, atragantándose con una taza de ese café helado que tanto odia. Está envuelto en una manta y parcialmente acurrucado bajo el toldo impermeable de la lancha, solo se ve en su rostro y sus manos. Elliot los estudia con la mira. No es propenso a demostrar sus emociones, pero está claro que no le gusta mucho lo que ve.

¿Es bruslee? Dice. ¿Y en qué sentido resulta eso significativo? Pregunta Ojo de Pez.

Mira su estandarte, dice Elliot. El barco está tan cerca que todos pueden ver la bandera sin dificultades. Es roja con un puño plateado en el centro, y bajo él unos nunchakus cruzados, flanqueados por las iniciales B y L. ¿Qué tiene de especial? Dice Ojo de Pez. Bueno, el tío que se hace llamar bruslee, el líder, tiene un chaleco con ese emblema en la espalda.

¿Y qué? Que no está bordado ni pintado, sino hecho con cabelleras. Como un mosaico.

¿Cómo? Dice Hero. Corre el rumor, pero solo es un rumor, de que recorrió los barcos de Refuse buscando gente con el pelo rojo o blanco para poder conseguir las cabelleras que necesitaba.

Hero está aún absorbiendo todo esto cuando Ojo de Pez toma una decisión inesperada.

Quiero hablar con ese tal bruslee, dice. Me interesa. ¿Para qué cono quieres hablar con un puto psicópata? Pregunta Elliot. Sí, dice Hero. ¿No has visto cámara espie? Es un maníaco.

Ojo de Pez alza las manos como diciendo que la respuesta está, como en la teología católica, más allá de la comprensión de los mortales. Lo he decidido, dice. ¿Y quién cono eres tú para decidir nada? Pregunta Elliot. El presidente de esta puta barca, dice Ojo de Pez. Me propongo como candidato. ¿Alguien me secunda? Yo, dice Vic, sus primeras palabras en 48 horas. Todos los que estén a favor que digan sí, dice Ojo de Pez.

Sí, dice Vic en un estallido de florida elocuencia. He ganado, dice Ojo de Pez. Por tanto, ¿cómo conseguimos que los tipos de bruslees se acerquen a hablar con nosotros? ¿Y para qué van a querer hacerlo? Pregunta Elliot. No tenemos nada que les interese excepto un pohontán. Insinúas que esos tipos son homosexuales. Dice Ojo de Pez Joder, se sorprende Elliot, ni siquiera has pestañeado cuando he dicho lo de las cabelleras.

Ya sabía yo que esta mierda de los barcos no era lo mío, dice Ojo de Pez. Por si te sirve de algo, no son gays en el sentido usual del término, explica Elliot. Son heleros, pero también piratas.

Se conforman con cualquier cosa caliente y concava. De acuerdo, dice Ojo de Pez tomando una decisión rápida.

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