SERMONES DESDE LA INHOSPITA TRINCHERA - SERMON DEL DOMINGO DE PASION - 2025 v72c

Esta es Cristiandad, luchando para que Cristo reine.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Nos encontramos en el Domingo de Pasión.

Las cuatro semanas de cuaresma nos han conducido a este tiempo litúrgico que se caracteriza por revivir las circunstancias que han preparado y rodeado la muerte del Redentor.

El título de esta Domínica, Domingo de Pasión, expresa ya que hemos entrado en una nueva etapa del período preparatorio para la Pascua.

Tiempo de Pasión se llama y comprende dos semanas.

La primera está dedicada a meditar la pasión interna de Jesús, la pasión del alma, del corazón, que tiene por verdugo principal la inquina de los judíos.

Y por eso, todas las misas de esta semana, menos la del jueves, que es más reciente, nos hablan del odio del judaísmo oficial contra el Redentor.

Al entrar en la segunda semana de Pasión, la Semana Santa propiamente dicha, la liturgia expondrá a nuestra consideración el cuadro de la pasión externa del Divino Maestro, sin olvidar, por supuesto, sus dolores internos.

Durante las semanas precedentes, hemos visto crecer cada día la malicia de los enemigos del Salvador.

Su sola presencia les irrita y se siente que este odio reprimido aguarda el momento propicio para estallar.

Y, mientras tanto, la bondad, la dulzura de Jesús continúa seduciendo a las almas puras y rectas.

Y al mismo tiempo, la humildad de su vida y la inflexible pureza de su doctrina humilla más y más al judío soberbio que sueña con un Mesías conquistador y también al fariseo que no tiene escrúpulos en traspasar las leyes para hacer de ellas un instrumento de sus pasiones.

Sin embargo, Jesús continúa el curso de sus milagros.

Sus discursos están llenos de energía desconocida.

Sus profecías amenazan a la ciudad y al templo famoso de los que no quedarán piedra sobre piedra.

Los doctores de la ley tendrían al menos que haber reflexionado, examinado sus obras maravillosas que daban testimonio al Hijo de David.

Tendrían que haber releído tantos oráculos divinos cumplidos hasta ahora con la más absoluta fidelidad.

Estos oráculos se debían cumplir hasta la última tilde.

David e Isaías principalmente, pero entre otros, no hicieron sino predecir las humillaciones y los dolores del Mesías que estos hombres ciegos no dudarán ellos mismos en llevar a cabo.

En ello se cumple esta palabra, al que blasfema contra el Espíritu Santo no se le perdonará el pecado ni en esta vida ni en la otra.

La sinagoga corre a la maldición.

Obstinada en su error, no quiere escuchar, no quiere ver nada.

Ha torcido su juicio a su gusto.

Ha apagado en sí misma la luz del Espíritu Santo.

Y vamos a verla descender por todos los grados de la aberración hasta el abismo.

Siguiendo los relatos evangélicos de esta semana, de las misas de esta Semana de Pasión, podremos asistir a este triste espectáculo.

Veamos.

El domingo nos encontramos con el furor de los judíos que ha llegado al colmo y Jesús se ve obligado a huir ante ellos.

Pronto le matarán.

Consideremos con qué severidad les habla el Salvador.

Les dice, vosotros no escucháis la palabra de Dios porque no sois de Dios.