SERMONES DESDE LA INHOSPITA TRINCHERA - SERMON DE LA VIGILIA PASCUAL - 2025 u324g

Esta es Cristiandad, luchando para que Cristo reine.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Ante todo, les deseo una santa y feliz fiesta de Pascua de Resurrección.

Y nos encontramos en la Vigilia Pascual, y sus ceremonias son una anticipación de la gran fiesta de Pascua.

Se empieza sin luces, principiando el sacerdote por bendecir el fuego, con que han de encenderse luego esas luces.

Encendidas a partir de él, tres velas, en memoria de la Santísima Trinidad.

Se saluda la aparición de la nueva luz, que simboliza a Cristo resucitado.

Se canta luego el Exultet, una de las mejores piezas de poesía y de elocuencia sagradas.

Y el ministro de la Iglesia recoge las cenoras buenas del cielo y de la tierra, y se las devuelve al mundo con regocijo y con entusiasmo.

Y a medida que se adelanta el canto, van alumbrándose con la nueva luz, primero el Sirio Pascual, símbolo de la humanidad de Cristo, y de él va tomándose para las lámparas del templo.

Y siguen las doce profecías.

Luego se bendice el agua bautismal, y se cantan las Letanías de los Santos.

La función es de suyo larga, y se diría que la Iglesia va como prolongándola a propósito, para que sea suspirado con más impaciencia el gozoso Aleluya, el saludo de Pascua.

Y acabadas las Letanías, comienza la Santa Misa con solemnidad, y al entonar el sacerdote el Gloria in excelsis, rompe en verdadero estallido de júbilo lo que hasta entonces parecía comprimido por la tristeza.

Todo lo que tiene voz en la Iglesia, la suelta alegre y regocijada.

La expansión de júbilo, la expansión de entusiasmo, es tan visible en los verdaderos cristianos como lo fue dos días antes el recato religioso y una santa tristeza.

El día grande y verdaderamente esplendoroso en la Iglesia de Dios es el Domingo de Pascua.

La idea del triunfo de Cristo sobre sus enemigos lo llena todo.

Todas las frases del rezo eclesiástico y de la misa son gritos de victoria, entrecortados por repetidos aleluyas.

La Iglesia asemeja su lenguaje al de todo hombre poseído de una viva satisfacción.

Hay una palabra que tiene 20 siglos en los labios de la Iglesia de Dios, una palabra que continuará saliendo de ellos sin interrupción hasta la consumación de los siglos.

Esta palabra es la que compendia en cierto modo toda la fiesta de hoy y es el Aleluya.

Aleluya cantó la Iglesia mientras sus hijos espiraban uno a uno destrozados por las fieras en los circos romanos o entregaban su cabeza a la cuchilla de los verdugos.

Oprimida, diezmada, llorreando sangre por todos sus , frente a frente de un mundo poderoso que empleaba en destruirle un lujo repilante, con ferocidad durante tres siglos de desigual combate, la Iglesia mostró siempre en los ojos la luz de la esperanza, en los labios la sonrisa de la mansedumbre.