Reflexiones del Evangelio | Jn 10,27-30 - 11 de mayo de 2025 4f6p1d

El domingo de la cuarta semana de Pascua del ciclo C, el evangelio que toque es el de Juan 10, 27 al 30.

En aquel tiempo dijo Jesús, mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Y yo les doy la vida eterna. No perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano. Mi padre que me las ha dado supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano del padre. Y yo y el padre somos uno. Hoy la iglesia nos invita a meditar y profundizar en la preocupación que Jesús tiene por los suyos, es decir, por los que están en el mundo intentando reorientarlo hacia el camino de Dios. Y para ayudarnos en esta tarea nos propone el discurso del buen pastor.

Recordemos que el texto de hoy forma parte de esta importante enseñanza. La imagen del pastor evoca situaciones comunes para los cristianos de los primeros tiempos. Eran imágenes que todos entendían y compartían, pues hace 2.000 años la humanidad era mayoritariamente campesina, y la vida del campo era la que marcaba todo. Los ritmos, las comidas, las fiestas a celebrar, etcétera. Además las ciudades eran muy pequeñas y casi completamente dependientes del campo.

Hoy para la mayoría de nosotros el campo nos queda bastante lejos, se nos hace difícil entender la profundidad y el alcance de muchas de las metáforas e imágenes utilizadas por Jesús, y desgraciadamente nos las tiene que explicar. El problema es que cuando una imagen se explica, pierde su fuerza. Las palabras quedan cortas y quien no ha vivido la situación que se intenta explicar, no va a ser capaz de entender a cabalidad lo que la imagen representa. Bueno, pues una de las imágenes que se nos hace cada vez más lejanas es la del pastor, pues la gran mayoría de nosotros no conocemos la vida de un pastor, ni sabemos lo que hace.

La gente del campo, por ejemplo, distingue perfectamente entre dos clases de pastores.

Primero los pastores a sueldo. Para esto su preocupación no son las ovejas, sino su salario.

Por tanto, sólo las van a cuidar en la medida en que por hacerlo reciban su paga. Para la gente del campo, estos pastores a sueldo, salvo excepciones, no son los mejores, porque su primer y principal interés no son las ovejas, sino ellos mismos, y ante cualquier peligro prefieren salvar su vida que defender a las ovejas de otros. Y segundo, los pastores propietarios o los dueños de las ovejas.

Estos pastores sí se preocupan de las ovejas, porque les pertenecen, son suyas, y las quieren. Las ovejas se dan cuenta de esto y se sienten seguras con ellos. Reconocen su voz y los siguen. Y en caso de peligro, estos pastores harán lo posible, incluso pondrán en riesgo sus vidas por defenderlas. Luego, la gente del campo considera a estos los buenos pastores, pues su prioridad son sus ovejas y están dispuestos a cualquier sacrificio con tal de mantenerlas a salvo.

Bueno, pues en sus orígenes, una de las imágenes que usó la iglesia para representar a Jesús fue la del buen pastor. La iglesia siempre vio a Jesús como un verdadero pastor, como aquel dispuesto a dar la vida por los suyos, por nosotros, porque somos de él, le pertenecemos. Tal vez la imagen preferida de la iglesia de los primeros tiempos fue la de aquel pastor que lleva en hombros a la oveja perdida que ha sido encontrada. Si uno tiene la ocasión de visitar las catacumbas romanas, se encontrará con esta imagen pintada varias veces en los muros de los laberintos. Esta imagen era muy apreciada porque ella retrata dos de las principales características que la primera iglesia veía en Jesús.

Primero, la del Dios cuidadoso, que está atento a todas sus ovejas y se preocupa de lo que les pase a cada una de ellas. Y segundo, la del Dios perdonador, que está dispuesto a todo con tal de recuperar a la oveja que se le pierde. Bueno, pues hacia la mitad de las celebraciones pascuales, la iglesia nos invita a meditar en Jesús como el buen pastor.

En el Evangelio de hoy, Juan nos da más detalles y nos invita a centrarnos en Jesús para que nos demos cuenta e internamente sintamos que lo que Él ha hecho, morir en la cruz, lo ha hecho porque somos suyos y porque nos quiere. Es decir, ha hecho lo que haría todo buen pastor. En el texto de hoy, lo primero que Jesús dice es, mis ovejas escuchan mi voz.