El puzzle de CHOSAN 266mh

Crecer como te lo cuento, de Verónica Heroala.

El puzle de Chossan.

Todo el mundo está completando un puzle.

Un puzle del que no tenemos todas las piezas.

Las vamos consiguiendo poco a poco con nuestras decisiones y actos.

Chossan era joven, aún no tenía ni siquiera las piezas del marco de su puzle.

Y ya se encontraba perdido y desmotivado, porque no sabía cuál era el modelo que debía reproducir y se obsesionaba con las piezas que ya tenía.

Había gente que quería ver su puzle y le pedían que se lo mostrase, pero a él no le gustaba.

Quería enseñar otra cosa, así que se inventaba excusas o cambiaba de tema para no hacerlo.

Cuando no podía evitarlo, recortaba de las piezas un borde por aquí, una esquina por allá y ensamblaba a la fuerza machos y hembras para intentar encajarlos.

Pero con aquello sólo conseguía un batiburrillo indescifrable, que además estaba muy borroso, porque había derramado alcohol sobre él varias veces, lo habían borronado con ceniza sin querer y lo completaba en un ambiente lleno de humo, que también lo deterioraba.

Y lo peor era que no paraban de insistirle en ver el puzle y lo que tenía no era digno de enseñar.

Sólo se lo podía mostrar a gente de su entera confianza, pero Chossan confiaba en muy poca gente.

Ahora estaba estancado y sólo conseguía piezas repetidas.

Aquello empezaba a ser muy aburrido y no sabía cómo conseguir piezas nuevas.

Sus rutinas eran demasiado poderosas y no estaba dispuesto a cambiar nada.

En el fondo se sentía cómodo así y no le interesaba complacer a nadie, lo cual era una pena, porque no se daba cuenta de lo que se estaba perdiendo por no perder lo que ni siquiera podía contar.

No sabemos si decidió pedir ayuda y aprender a conseguir piezas de nuevas formas y colores, que colocara adecuadamente, dando sentido a su tarea y haciéndole sentir orgulloso del proyecto, lo que le proporcionaría reconocimiento y iración por su imagen.

O si siguió consiguiendo las mismas piezas una y otra vez, sintiéndose falsamente complacido de sí mismo y dejando vacíos existenciales en blanco.

Esta historia está por contar y sólo Chossan puede hacerlo.

Dentro de un tiempo quizás sepamos algo de él y salgamos de dudas.

Apostaremos porque sus valores y emociones se alinearán con su propósito vital y podamos contemplar el fruto de su trabajo, aprender de lo que tenga para enseñarnos y compartir su orgullo bien merecido.

Y verdín, verdoso, no te cuento más de este cuento tan hermoso como verdadoso.