MANULIA Y JUNUELA esperan un hermanito 3r5t16

Éranse una vez dos hermanas, Manulia y Junuela.

Casi siempre estaban juntas y tenían muchos amigos, grandes y pequeños.

Jugaban en el parque, andaban en patinete, en bici, hacían puzles y eran muy felices.

Un día, sus padres trajeron a casa un muñeco muy especial.

Era un muñeco muy delicado al que había que tratar con mucho cuidado y cariño.

Pero lo más especial es que era como si fuera un niño de verdad.

Comía, se hacía pis, lloraba, dormía y se reía.

Al principio era un poco rollo, porque eran mamá y papá quienes jugaban con él casi todo el tiempo.

De hecho, era un poco molesto, porque le dedicaban muchísima atención, al igual que todos los demás familiares y vecinos.

Parecía como si Manulia y Junuela ya no existieran y eso les ponía tristes.

Y también se enfadaban un poquito.

¿Para qué lo habían traído? Era un verdadero fastidio.

Por eso las dos niñas a veces se peleaban y se comportaba el mal intentando llamar la atención de sus papás.

Pero eso no funcionaba.

Al contrario, sus papás se ponían muy nerviosos y las reñían y castigaban para que los dejasen tranquilos para poder seguir cuidando del dichoso muñeco.

Pasó un poco de tiempo y decidieron ayudar a sus papás a cuidarlo.

Lo vestían, le cambiaban el pañal, lo bañaban, lo alimentaban, le cantaban nanas para dormir.

Y se dieron cuenta de que aquello era muy divertido.

Además, el muñeco iba pareciéndose cada vez más a un niño de verdad.

E iba aprendiendo a hacer cosas por sí mismo.

Y cuando menos se lo esperaban, aquel muñeco había cobrado vida propia.

Y ahora era un niño de verdad.

Ahora era su hermano.

Y con él podían jugar, reír, bailar, compartir secretos, interpretar personajes de cuentos, hablar en un lenguaje inventado por ellos y vivir muchas aventuras juntos.

Cuando alguno de ellos se ponía triste, se abrazaban y acariciaban hasta que se les pasaba la pena y todo les parecía un sueño.

Ya no se acordaban de que una vez fue un molesto muñeco, porque sus papás volvieron a dedicarles tiempo y atención y ahora eran más felices y estaban más unidos que nunca.

Y Verdín Verdoso no te cuento más de este cuento tan hermoso como Verdadoso.