Por qué deberías temer a tu cepillo de dientes: la otra ciberseguridad | Pausa, episodio 109 5a1b2x

Y el dinero ha volado. O sea, el dinero ya no está aquí. O sea, el dinero ya o lo pierde el banco, o lo pierde la aseguradora, o lo pierdes tú.

Está en Filipinas.

Hola, soy Marta García Ayer y vamos a hacer una pausa. Una que va a resultarte muy inquietante.

Porque hace tiempo que en pausa avisamos de los peligros. Lo mismo de Putin y el desmoronamiento del orden mundial que de las grasas saturadas y la falta de sueño. Vivimos expuestos a muchos peligros. Pero a desconfiar de nuestro cepillo de dientes o nuestra nevera no estamos acostumbrados. Y menos aún a desconfiar de un whatsapp de tu madre o de tu jefe. Pero deberíamos. También los cepillos de dientes se pueden hackear. Todo lo conectado es hackeable.

Así que en realidad todos podemos ser víctimas de un hackeo.

De eso vamos a hablar este episodio. De las amenazas cotidianas que no estamos viendo venir. En casa, en las empresas y hasta en los semáforos. Porque si lo llamamos ciberseguridad nos imaginamos que esto no va con nosotros. Muy concienciados no estaremos si seguimos utilizando la fecha de nacimiento como contraseña del móvil, que es como dejar el coche aparcado en la calle con las llaves puestas por si alguien se quiere dar una vuelta.

Un viejo dicho entre los hackers y los expertos en ciberseguridad es que solo hay dos tipos de empresas. Las que ya han sido atacadas y las que ya han sido atacadas y no lo saben.

¿Cuáles son las mayores amenazas de ciberseguridad que sufren las empresas? O sea, nuestros datos.

¿De cuántos ataques nos enteramos realmente? ¿A qué nos arriesgamos cuando un ataque informático a un banco o a una aseguradora deja expuestos millones de datos? ¿Cuáles son los ciberdelitos del futuro? Pues ahora lo hablamos con una ingeniera que es experta en ciberseguridad, que lleva más de 30 años trabajando en tecnología y también como consultora de ciberseguridad y sistemas de información. Pero antes, antes te voy a contar una historia.

A lo mejor lo recuerdas. Es la historia del ataque WannaCry, el primer ataque masivo que afectó a 150 países a la vez. Aprovechándose de un error de Windows, un virus bloqueó cientos de miles de aparatos electrónicos contagiados y pedía un rescate a cambio de liberar los datos, como si piden un rescate para liberar todas las fotos y todo lo que tienes en el ordenador.

Había ordenadores de empresas estratégicas, hospitales públicos, ayuntamientos... Fue entonces cuando aprendimos la palabra ransomware, que ya se nos ha olvidado, aunque eso no quiere decir que no siga habiendo ataques de este tipo. Tal vez por eso se nos olvida, porque ahora son muy frecuentes. Algunos aprendimos la palabra ransomware en 2015, en un capítulo de The Good Wife en el que pasaba algo parecido en el bufete de Alicia Flurry.

Así que estas nuevas amenazas, nuevas nuevas, no son. Estos ataques llevan siendo en la última década cada vez más frecuentes y más baratos de hacer. Detrás de estas operaciones ya no hay hackers solitarios, sino mafias organizadas que subcontratan un grupo de programadores y operan desde países sin convenio de extradición, que es desde donde ejecutan los delitos. Criminales sin fronteras. El trabajo de ciberdelincuente está en auge.

Lo mismo para estafar a una jubilada haciéndole creer que Brad Pitt se ha enamorado de ella, que para robarle millones a un banco de Bangladesh y transferirlos en segundos a un casino de Filipinas. De aquel robo frustrado, el del banco de Bangladesh, que fue real, hace también una década. Y se frustró por una falta de ortografía. Los hackers escribieron mal el nombre de los destinatarios de la transferencia y eso evitó que transferieran en segundos los millones a Filipinas. Eso fue hace una década.

Ese hubiera sido el mayor robo de la historia. Lo que no sé es si se ha producido ya otra vez el mayor robo de la historia y no nos lo han contado. Hemos aprendido la lección, Edu.

Pues la verdad es que cada día estamos aprendiendo a marchas forzadas porque no nos queda otra. Y me gusta que hables tú en la pausa de ciberseguridad porque la pausa se escucha mucho y tenemos que trabajar mucho en concienciar, en que la gente se dé cuenta de que esto sí que va con nosotros y de que cada día nos enfrentamos a muchas ventanas abiertas, a muchas puertas abiertas desde que nos levantamos. Lo primero que hacemos es coger un dispositivo, sea el teléfono, el iPad o lo que sea, y cuando nos acostamos lo mismo. Y teniendo algunas, como diría yo, tips de higiene digital, nos podemos quitar muchísimos riesgos. Y eso es lo que sí va con nosotros.

Estamos tentando la suerte todo el rato, ¿no? Eso es así.

Tú has trabajado muchísimos años en la ciberseguridad y has visto distintos