PEQUEÑOS GESTOS, GRANDES IMPACTOS. 4i1y3g

Ya con él, una producción creada pensando en ti, donde aprenderás cosas maravillosas que te ayudarán en tu diario a vivir y te guiarán a una vida feliz.

¿Cómo te sientes cuando haces algo por otra persona y no recibes respuestas? Muchas ocasiones he encontrado con personas que tienen esa queja.

Al estar trabajando con relaciones, matrimonios, muchas veces me encuentro con esta temática.

No porque hice tal cosa por él, hice tal cosa por ella, no me prestó atención, no me dio las gracias, talmente parece que no le importa, no le presta atención a lo que yo hago.

Pero me gustaría hacerte un par de preguntas más.

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por alguien sin esperar nada a cambio? Y es que muchas veces pareciera como si estamos comprando el favor de otro, las gracias, estamos comprando el merecimiento de nuestras vidas, carencia que traemos desde la infancia.

Y digo traemos porque tuve que aprender que era una realidad con la que había tenido que lidiar desde la niñez.

En casa mis padres hicieron lo mejor que supieron hacer, pero nunca nos dieron cariño, afecto, amor, eso no se sentía.

Y no los estoy juzgando, no los estoy culpando, hoy en día converso mucho con mi madre, ellos tampoco no lo recibieron de sus padres.

Y tristemente en muchas ocasiones llegamos a la edad adulta sin superar estas carencias y continuamos buscándolo en las demás personas, voy a hacer para que me recompensen, voy a hacer para ver si me valoran.

Y aquí viene la pregunta que para mí es la pregunta clave para esta temática.

Cómo se siente ser valorado verdaderamente por lo que eres, no por lo que haces? Queridos amigos, qué bueno si aprendemos a valorarnos por quien soy yo.

No estar dependiendo de la aprobación de las demás personas, no estar dependiendo de el qué dirán las demás personas, qué opinión tendrán acerca de lo que hago, acerca de lo que digo, no voy a ser porque así soy yo, voy a dar porque así soy yo, permítanme decirle mi experiencia, he aprendido, he aprendido a dar, he aprendido a servir sin esperar.

Esto me ha llevado a vivir la vida mejor que aquellas personas que dan esperando, porque el que da esperando, entonces cuando no recibe, cuando no siente que lo valoran, cuando no se siente apoyado, allí fácilmente sus ánimos se caen.

Allí piensa no me consideran, no me valoran.

En otras palabras, son las otras personas las que tienen el control de mis emociones cuando actúo de esa manera y no puede ser que otra persona tenga el control de tus emociones, que tenga el control de mis emociones.

Las personas pueden hacer y decir lo que ellos quieran, pero está en ti decidir qué vas a hacer con lo que las personas hacen o dicen.

Me llama la atención esta dinámica de Jesús.

En Juan capítulo 13, allí se nos cuenta una historia que quedó registrada en los versos 14, 15.

Por allí nos cuenta una historia.

Jesús era el maestro, era el señor.

En otras palabras, Jesús era el grande, lo que culturalmente hoy en día podemos llamar él era el que estaba por encima.

Vamos a decir era el jefe, era al que todos.