Pablo Iglesias entrevista a Pablo Salazar López, Escritor | A VUELTAS 5v6u3o

En 1964 Fidel Castro visitó la Unión Soviética con un dilema por resolver apenas bajara del
avión. ¿Cómo evadir los besos de Bresnev, conocido por entregarse con entusiasmo al
saludo fraternal socialista? Tres besos y abrazos, el tercero en la boca si la relación era estrecha.
Estos símbolos eran seguidos de cerca por amigos y enemigos que con esto deducían la
solidez de las alianzas y las relaciones. Rechazarlos mostraba cierto distanciamiento.
Entregarse podía comprometer la imagen audaz y viril que los revolucionarios barbones habían
consolidado, además de que seguramente Castro no quería. Hoy entrevisto al autor de este cuento,
a vueltas con Pablo Salazar.
Pablo Salazar, bienvenido a Canal Red. Muchas gracias, Pablo. Bueno, hoy vamos a hablar detrás
la huella del ñandú, pero a mí que me gusta mucho el psicoanálisis, me gusta mucho preguntar
siempre por la infancia de la gente a la que entrevisto. Tú te criaste en Tuxla, en la capital
de Chiapas. Háblame de tu infancia y de hasta qué punto tu infancia condiciona a tu mundo literario.
Es muy interesante que lo preguntes justo seguido el título, porque el título del libro es el título
de un cuento que además alude al pueblo, a las memorias infantiles, tomando una imagen del
uruguayo Felisberto Hernández, donde construye un cuento en el que habla de esta geografía, pero la
geografía son las memorias infantiles y un poco ese cuento va tras esa estela de Felisberto y tras
la propia estela de mis recuerdos. Sí, yo crecí en Tuxla Utiérrez, en Chiapas, que es Chiapas conocido
no sólo por su historia sino también por su belleza natural, pero Tuxla tiene esta reputación de ser
el feo entre lo bonito. Es la capital del estado, pero no tiene mucho más o no tiene atractivo
turístico comparado con el resto. Yo soy de ahí y viví en Tuxla hasta los 18 años, pero en general
ya lo sentí así y ahora con la escritura y abrevando de la memoria y de esas memorias
infantiles en Chiapas, he sentido mucho más esta herencia cultural y familiar, que aunque
tengo un rato ya viviendo fuera y voy frecuentemente, tener este pasado de Chiapas por los dos lados,
porque del lado paterno y materno hasta donde yo tengo memoria, mis abuelos, mis bisabuelos, todos
son de Chiapas, pero de diferentes pueblos. Entonces es una infancia feliz. Yo la
disfruté y con muchos de estos mitos locales, que a mí también me ha sorprendido que a mi pesar
Chiapas y Tuxla fueran apareciendo en mi escritura, no era lo que yo tenía planeado,
pero si vuelve y varios de estos mitos de la ciudad aparecen retrabajados en forma de cuento.
Por ejemplo, esta identidad como de pueblo, como de ciudad chica en el que todos nos conocemos y
que es un comentario que vuelve ahora con el crecimiento de la ciudad. Iban en el avión a
Tuxla y no conocía a nadie. ¿Cómo ha crecido la ciudad? Antes nos conocíamos a todos y yo creo
que es más un mito porque ahora la ciudad debe tener 800, 900 mil habitantes y cuando yo crecí
ahí debía haber tenido 300, 200 mil. Era más bien una sensación de los que íbamos quizá a las
mismas dos otras escuelas, de las familias que se relacionaban, más que realmente nos
conociéramos todos. Otro mito que aparece ahí retrabajado en el cuento de las calles de siempre
es este exotismo por lo extranjero, al ser un lugar remoto en México y sobre todo antes del
levantamiento zapatista, que no estaba tan en el mapa. Y la ciudad de Tuxla tampoco,
cuando había algún extranjero, ahí hablo de un griego, pero yo tuve un maestro de música que era
chipriota, de repente llegaba un italiano, gente de lugares así. Había una gran expectación siempre
como que esa persona hacía algo muy interesante donde venía o estaba oyendo de algo, como
preguntándose por qué alguien iría a Tuxla o a Chiapas. Tú no te formas, como decías, para ser
escritor. Digamos, tienes aparentemente una trayectoria profesional muy diferente, estudias
economía, trabajas como consultor, como funcionario público y de repente tengo entendido que al inicio
de la treintena decides que quieres ser escritor, te pones a trabajar para formarte para ser escritor
y de repente tu primera obra, que es este libro de cuentos, se lleva el Premio Nacional de Cuentos
en México. 323 libros llegaron y para nosotros, el jurado, fue muy difícil establecer un ganador.
El título primero del libro, que se llama Tras la huella del ñandú.