
Otto von Bismarck, Canciller y Demonio 523x11
Descripción de Otto von Bismarck, Canciller y Demonio 4d475f
Político prusiano, artífice de la unidad alemana (Schoenhausen, Magdeburgo, 1815 - Friedrichsruh, 1898). El príncipe Otto von Bismarck, conocido como el Canciller de Hierro, fue el padre de la unidad alemana y el fundador del estado de bienestar. En 1871, tras la batalla de Sedán y la creación del Imperio alemán, Bismarck fue nombrado el primer Canciller del Imperio. Demostró ser un maestro del juego del poder táctico y estableció con gran habilidad un sistema de alianzas y pactos para establecer el equilibrio del poder en Europa y asegurar las fronteras del recién creado Reich alemán. Sin embargo, ¿cuál es la historia verdadera de este hombre, que era la personificación de las clásicas virtudes prusianas, tales como la disciplina y la fortaleza? Por medio de reconstrucciones, conoceremos al otro Otto von Bismarck, al estudiante juerguista, al hombre lleno de deudas y al aficionado a la comida y la bebida en exceso. 3b6j3a
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Es una de las figuras más destacadas de la historia de Alemania.
Otto von Bismarck, el canciller de hierro.
Ensalzado y controvertido, su nombre adquiere dimensiones legendarias.
Pero, ¿quién era este hombre? ¿Cuáles eran sus ideales? ¿Qué le hizo luchar por el poder? Bismarck, canciller y demonio. Episodio 1.
Gotinga, 1832.
Las noches son muy animadas en esta ciudad universitaria llena de estudiantes.
Hay un estudiante en concreto que se muestra especialmente inclinado a participar en las juergas y francachelas nocturnas.
Su nombre, Leopold Eduard Otto von Bismarck.
Un joven decidido a dejar huella, de una forma u otra.
En Gotinga, punto de partida de las carreras de futuros estadistas y magistrados, la llegada de este estudiante de 17 años de Pomerania Oriental es vista como una provocación.
Con estudiada indiferencia, Otto von Bismarck, cubierto con un extravagante abrigo, saca a pasear a su perro, despreocupándose de sus estudios de leyes.
Desde un principio, el joven Bismarck ignoró todas las reglas.
Al llegar directamente de un internado de Pomerania Oriental, Gotinga le ofrecía una libertad absoluta.
Se juntaba con jóvenes de su edad y la vida fácil de los estudiantes de aquellos tiempos no era muy diferente a la actual.
Podías beber, dejarte el pelo largo o incluso practicar la esgrima si contabas con las conexiones adecuadas.
Se dice que en un semestre, Bismarck salió victorioso en 20 combates de esgrima.
Una cifra extraordinaria, porque no solo había que pelear, había que soportar las heridas y luego beber en exceso para desinfectarlas.
Otto von Bismarck era imbatible en la esgrima.
En los duelos mostraba valor, desprecio al peligro y una determinación de hierro.
En tres semestres, solo perdió con uno de sus oponentes, lo que le hizo ganarse el respeto de todo el mundo.
Tanto como espadachín como miembro de la archiconservadora Asociación Estudiantil Jan Novera, Bismarck se empleó siempre al límite.
Bismarck tuvo un temperamento salvaje desde muy joven y le resultaba muy difícil controlarlo.
Es cierto que también mostraba una inteligencia clara y una mente despierta, pero la combinación de sus arrebatos de cólera y su inteligencia le empujaban a los excesos con la bebida, los duelos y la esgrima.
Bismarck siempre quería batirse en duelo para demostrar su hombría.
Era una especie de toro salvaje.
Abusos flagrantes contra la decencia y la moral.
Entre ellos, escándalo público, comportamiento ofensivo y alteración del orden.
Estos cargos llevaron al futuro abogado a un calabozo de la universidad.
Permaneció arrestado durante 18 días.
Nada más salir del calabozo, destrozó una taberna.
A partir de entonces, solo se le permitió entrar en la ciudad de Gotinga para asistir a clase.
Bismarck se mudó al extrarradio, a una torre situada en las antiguas murallas de la ciudad.
Aquí podía permitirse sus excesos sin que nadie le molestara.
Bismarck, hijo de un terrateniente de Pomerania, no mostraba ningún interés por la vida política.
En 1834, 20.000 personas ondeando banderas a franjas negras, rojas y color oro, se manifestaban en la fiesta de Hambacher, exigiendo libertad, derechos civiles y un Estado alemán unificado.
La manifestación iba dirigida contra Clemens Furst von Metternich, que había intentado sofocar el movimiento liberal por medio de la censura, una legislación estricta y la represión.
La visión de una Alemania unificada estaba todavía muy clara.
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