
Descripción de Martes IV de Pascua x1n5p
Este evangelio se sitúa durante la Fiesta de la Dedicación del Templo (Janucá), una celebración que conmemoraba la purificación del templo en tiempos de los Macabeos. Es significativo que, en ese marco de recuerdo y fidelidad a Dios, Jesús sea interrogado sobre su identidad. 2b501y
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Del Evangelio de Juan.
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la dedicación del templo.
Era invierno y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente.
Jesús les respondió Os lo he dicho y no creéis. Las obras que yo hago en nombre de mi padre, esas dan testimonio de mí, pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas.
Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna.
No perecerán para siempre y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi padre.
Yo y el padre somos uno.
Este evangelio se sitúa durante la fiesta de la dedicación del templo, la fiesta judía de la Janucá, una celebración que conmemoraba la purificación del templo en tiempos de los macabeos.
Es significativo que en ese marco de recuerdo y fidelidad a Dios, Jesús sea interrogado sobre su identidad.
Los líderes religiosos le piden que se defina claramente como el Mesías, y Jesús responde que ya lo ha hecho, no solo con palabras, sino con sus obras, que dan testimonio de él.
Pero la clave está en la fe.
No todos pueden reconocerlo, porque no todos le siguen ni escuchan su voz.
Aquí retoma la imagen del buen pastor, mis ovejas escuchan mi voz y yo les doy vida eterna.
Es una relación de amor y pertenencia profunda.
Las ovejas no son simples seguidores, sino personas que viven una relación viva con Cristo, y por eso reciben el don de la vida eterna y la seguridad en sus manos.
Jesús concluye con una afirmación extraordinaria, el Padre y yo somos uno.
Es una declaración de unidad esencial, no solo de misión, sino de naturaleza divina.
Esto será la causa de nuevos conflictos con los fariseos, pero también es una fuente inmensa de consuelo para quienes creemos en él.
Jesús no siempre responde con lo que queremos oír, pero sí con lo que necesitamos para creer.
Sus obras hablan por sí mismas.
Estoy atento a lo que él hace en mi vida o espero pruebas distintas.
Seguirle como oveja no es ceguera, es reconocer su voz en medio del ruido, confiar en su guía y descansar en su promesa.
Nadie puede arrebatar las de mi mano.
Esta palabra es fuente de seguridad y de paz.
Estamos en manos de Cristo y esas manos son también las del Padre.
Estamos doblemente protegidos.
Nada puede arrebatarnos del amor divino si permanecemos en su voz y en su rebaño.
¿Reconozco y escucho la voz de Dios en mi vida diaria? ¿Confío en que estoy seguro en sus manos aún en medio de las pruebas? ¿Creo de verdad que el Padre y Jesús son uno y que Él es el rostro visible del amor de Dios?
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