Lunes 21 de abril - Mateo 28, 8-15. Comunicad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. 2id1n

Comunicad a mis hermanos que vayan a Galilea, allí me verán.

Fijaos que es bonito saber que todo el ministerio de Jesús empezó en Galilea.

Que todo ese primer encuentro de los apóstoles con Jesús, su vocación, su llamada, todo fue en Galilea.

Y que realmente cuando Jesús les dice, decid a mis hermanos que vayan a Galilea, es de algún modo decirles, decid a mis hermanos que vuelvan al primer amor, que vuelvan al primer momento.

Mirad, en muchos lugares, en muchos países, sobre todo antiguamente, los cristianos se convertían del paganismo.

Era gente que se hacía bautizar, muchos de adultos, porque habían comprobado el horror de la vida pagana y habían encontrado en un Dios que les quería incondicionalmente esa paz que el mundo no les podía dar.

Y tuvieron ese primer gran amor, ese primer gran encuentro con Cristo.

Muchos de nosotros somos cristianos desde pequeños.

Tenemos una experiencia de Dios tranquila, sosegada.

Hombre, también es verdad que hay que decir que hay muchos cristianos que se convierten, que se fueron alejando, enfriando y con motivo de un retiro, con motivo de una ocasión especial, experimentan la belleza del amor de Dios.

Y es que efectivamente nosotros en este tiempo de Pascua estamos llamados a una conversión grandísima a la que vivimos en la Cualesma.

Una conversión para encontrarnos con ese primer amor.

Con ese amor que ilusiona, con ese amor que llena, con ese amor que da ilusión, paz, alegría.

Por eso fijaos que vivir bien la Pascua es salirse del tedio, salirse de la rutina.

Dicen que la rutina es el sepulcro del amor.

Y efectivamente, nuestro amor a Dios y el amor que recibimos de Dios es como el amor del jovencito que se enamora de una jovencita y que tiene una ilusión por construir algo juntos.

Es ese tipo de amor.

Decido a mis hermanos que vayan a Galilea, es decir, que recuperen la frescura del primer amor.

Hay un texto en el Apocalipsis que el ángel escribe a la iglesia de Laodicea y le dice, conozco tu conducta, tu esfuerzo constante, sé que has sufrido por mi causa y que no te has rendido, pero tengo contra ti que has dejado enfriar tu primer amor.

Y le dice, conviértete, vuelve a ese primer amor, recupera la ilusión que tu relación con el Señor, con Jesús resucitado, sea una relación ilusionante, que goces con Él, que descanses con Él, no lo veas nunca como una carga, como una pesadez, como una obligación, todo lo contrario, Él es quien esponja tu alma y es quien la llena de vida.

Y eso, efectivamente, decida a mis hermanos que vayan a Galilea, quiere decir, sobre todo, que vuelvan al primer amor.

Y entonces allí me encontrarán, ahí me verán y se darán cuenta que nunca les he dejado de querer, que siempre he estado acompañándoles y que si no han disfrutado del amor de Dios, no es tanto porque Dios haya dejado de quererles o se haya escondido, sino que nosotros nos hemos distraído tanto con tantas cosas que nos olvidábamos de lo más esencial de nuestra vida.

Volvamos a Galilea, volvamos a ese primer amor y dejémonos amar con entusiasmo por Dios.