Jueves 22 de mayo – Juan 15, 9-11. Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud. 724m44

Permaneced en mi amor para que vuestra alegría llegue a plenitud.

A veces hay personas que se piensan que ser cristiano es un rollo, hay que cumplir los mandamientos, no puedes criticar, no puedes hacer cosas, tomar muchas copas, y claro, qué rollo ser católico porque todo está prohibido.

Qué equivocados estamos, porque Jesucristo lo que te dice o lo que te invita es, elige un camino concreto que efectivamente no es el del placer inmediato, pero a la larga, en lugar de placer, tendrás alegría, y por eso puede decir, si permanecéis en mi amor, vuestra alegría llegará a plenitud, porque no es lo mismo la alegría que pasarlo bien, no es lo mismo la alegría que no tener problemas, la alegría es un estado de fondo de ánimo en la que dices, mira, la vida es bella, he conocido personas buenas, ha habido cosas tan bonitas en mi vida, la alegría de algún modo es la comunión con la belleza, y hay personas que son simpáticas, hay personas que se lo pasan bien, hay personas incluso que echan muchas risas, hay que alegrez, que siempre te estás echando risas, pero es que no es esa la alegría del cristiano, la alegría del cristiano es la paz, la alegría del cristiano es saber que mi vida tiene sentido, la alegría del cristiano es saber que soy bendición para los demás, que he querido ser y he podido ser una bendición para los que están cerca de mí, y por eso, permaneciendo en Cristo y viviendo desde Cristo, en la medida en que vamos purificando, quitando a lo mejor esas dimensiones más torpes de nuestro ser, en la que pensamos más en los demás, nos damos cuenta de que la vida es muy bonita y que gozamos viviendo.

Nada más lejos del cristianismo que la tristeza. Nada más lejos del cristianismo que el pesimismo. ¡Qué mal está todo! ¡Qué indecente es la gente! ¡Y qué horror! ¡No podemos vivir en la clave del castigo, de la pena, del miedo, esa idea negativa del cristianismo. Precisamente los que hemos tenido la fortuna de conocer a Jesús y vivir con nuestras debidades en comunión con Él, nuestra alegría no nos la puede arrebatar nadie. Tenemos pecados, tenemos defectos, nos sale de las cosas muchas veces al revés.

Pero estamos alegres, estamos agradecidísimos por el don de la vida, agradecidísimos por tantas personas buenas que nos han acompañado, o que nos acompañan, o que nos esperan en el cielo. Y por eso nuestro Señor es un Señor, es el Dios de la alegría. Antiguamente en la misa se decía, antes del Concilio Vaticano II, se decía, me acercaré al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud. Al Dios que es la causa de la alegría de mi corazón.

Si tus alegrías son solamente que te lo pasas muy bien, y que es muy divertido y que viene todo, esa alegría la vas a perder, con dos de pipas. A la primera de cambio la pierdes.

Si tu alegría es cuántas cosas bonitas, Señor, cuánta gente buena, cuánta belleza he podido contemplar en la vida, eso ya es tuyo y nadie, nadie te lo podrá arrebatar.

Esa luz que da Cristo, esa paz que da Cristo, esa esperanza, esa ilusión por el cielo que da Cristo, eso nadie te lo puede arrebatar. Y entonces finalmente Jesús dice, permanece de mi amor, permanece de mí, porque entonces vuestra alegría nadie os la quitará. Va a ser plena.