
Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Sábado, 24 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist 3d664j
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Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Sábado, 24 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist, párroco de la iglesia del Santo Cristo de la Misericordia, de Boadilla del Monte (Madrid) 26452d
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Ven Espíritu Santo, inflama nuestros corazones en las ansias redentoras del corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con Él por la redención del mundo. Señor mío y Dios mío, Jesucristo, por el corazón inmaculado de María me consagra tu corazón. Me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino.
Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro Bispo y sus intenciones, por nuestro párroco y sus intenciones. Oh Señora mía, oh Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti. En prueba de mi filial afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón. En una palabra todo mi ser, ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad.
Guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén. Nuestra Señora de los Apóstoles, ruega por nosotros. Vamos a contemplar en este sábado una vez más este camino de la Pascua. No podemos perder de vista esto. Me preocupa, digamos aquí las confirmaciones, qué bonitas las confirmaciones, pero me preocupa que a veces con tanto acontecimiento se nos olvida el trabajo que tenemos entre manos, que es la conversión a la vida resucitada, una amistad con Cristo vivo, aún reconocer que el Señor está aquí, está vivo y que tiene una relación personal conmigo. Esto es muy importante.
Dice la oración colecta, que es la que nos va recordando permanentemente ese camino de conversión a la vida resucitada, Señor Dios Todopoderoso, que por las aguas del bautismo nos has engendrado a la vida eterna.
Ya que has querido hacernos capaces de la vida inmortal, no nos niegues ahora tu ayuda para conseguir los bienes eternos. Por medio del bautismo nos has regenerado a la vida eterna, nos has engendrado a la vida eterna, hemos nacido a la vida eterna. Nos cuesta mucho entender que ya tenemos vida eterna, que la vida eterna es nuestra identidad, nuestra medida, nuestra realidad, o sea que que pertenecemos al cielo, eso diría el Evangelio ahora, pertenecemos a la vida eterna. Dios nos ha dado vida eterna y esto es clave, porque las cosas deben vivirse entonces desde la vida eterna, no solamente desde la realidad temporal de nuestra vida, sino desde la vida eterna.
Que por las aguas del bautismo nos has engendrado a la vida eterna, ya que has querido hacernos capaces de la vida inmortal, es una cosa muy fuerte, nos ha hecho capaces de la vida inmortal. El hombre es un misterio precioso, porque es un ser del mundo material, pero que está hecho para el mundo inmaterial, para la vida inmortal.
Nos ha hecho capaces de la vida inmortal, el capax infiniti que decía aquel diólogo, un capaz de infinito, y esto es tremendo, que en una criatura mortal, temporal, material, haya un anhelo de plenitud eterna, de vida eterna, y una capacidad de vida eterna, es algo maravilloso y complicado de entender, complicadísimo de entender, porque el hombre está a caballo entre dos mundos, el mundo temporal y el mundo intemporal, el mundo material y el mundo espiritual, la eternidad y el tiempo, es muy impresionante, muy impresionante, nos ha hecho capaces de la vida inmortal, no nos llegues a la ayuda para conseguir los bienes eternos, que es lo que buscamos, los bienes de eterno, los bienes del cielo.
Eso es lo que seduce nuestro corazón, es lo que nos llama en el fondo, porque las conquistas temporales nos satisfacen en la medida que son promesas de vida eterna, que a veces con una conquista mayor se va ensanchando la capacidad de desear, y se va dilatando también la capacidad de recibir, y uno va como anhelando esa vida eterna, que hace que nunca deje de buscar, que el hombre sea un buscador permanente.
Bueno, pues eso, nos has engendrado la vida eterna, ya que tú nos has hecho capaces de la vida inmortal, no nos niegues ahora tu ayuda para conseguir los bienes eternos, que nos niegue Dios su ayuda para conseguir los bienes eternos, es una cosa verdaderamente bonita, porque nosotros por nuestra cuenta no podemos conseguir los bienes eternos, pero el Señor nos socorre, nos ayuda, es una redención. Bueno, dicho esto, vamos a meternos a leer el Evangelio, seguimos en ese capítulo 15 del Evangelio de San Juan, en ese ambiente de despedida.
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