
Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Lunes, 26 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist 233w4g
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Lectura del Evangelio y Meditación diaria. Lunes, 26 de mayo de 2025. Padre Javier Siegrist, párroco de la iglesia del Santo Cristo de la Misericordia, de Boadilla del Monte (Madrid) 6e5a6g
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
Ven, Espíritu Santo, inflama nuestros corazones en las ansias redentoras del corazón de Cristo, para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras en unión con Él por la redención del mundo.
Señor mío y Dios mío, Jesucristo, por el corazón inmaculado de María me consagro a tu corazón y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar.
Con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu reino, te pido en especial por el Papa y sus intenciones, por nuestro Bispo y sus intenciones, por nuestro párroco y sus intenciones.
Oh, Señora mía, oh, Madre mía, yo me ofrezco del todo a ti, y en plena y final afecto te consagro en este día, mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón, en una palabra todo mi ser, ya que soy todo tuyo, oh, Madre de bondad.
Guárdame y defiéndeme como cosa y posesión tuya. Amén.
Nuestra Señora de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Vamos a lanzarnos a contemplar este Evangelio.
Ya nos vamos centrando en el Espíritu Santo, al que vamos a recibir en quince días.
Y, bueno, pues vamos como repasando esos discursos de despedida, donde hay una presencia muy fuerte del Espíritu.
Y hoy la Iglesia celebra la fiesta de un santo, people bueno, San Felipe Neri, que yo creo que ha sido un santo que ha marcado, no sólo por los oratorios que hizo, sino por su forma de ser.
Y creo que, bueno, que es bonito recordarlo, un hombre con ese carácter tan jovial, tan afable, tan capaz de llevar a los jóvenes a Jesús.
Dice la oración correcta, Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad.
Concédenos que el Espíritu Santo nos encienda con aquel mismo fuego con que abrazó el corazón de San Felipe Neri.
Me parece muy bonito, en este camino precisamente de la Pascua, como venimos diciendo todo este tiempo, que ya vamos culminando, si Dios quiere, en teoría este jueves terminarían esos cuarenta días de entrenamiento para la vida resucitada.
Y servir a los santos no nos distrae, porque lo que hace es recordarnos cuál es nuestra meta, hacia dónde caminamos, qué es lo que buscamos en nuestra vida.
Señor Dios, que no cesas de enaltecer a tus siervos con la gloria de la santidad.
Qué bonito es esto, ¿no?, enaltecerles con la gloria de la santidad, que no es una gloria en el sentido de algo de lo que presumir porque te lo has ganado.
Esa gloria es como esa felicidad, esa plenitud, ese gozo definitivo, la gloria de la santidad.
Esa participación al final en la vida de Dios, porque la gloria es un atributo de Dios, por eso decimos gloria al Padre Jesucristo, porque es un solo Dios, gloria.
La gloria es un atributo de Dios, y participar de la gloria de la santidad es como participar de la vida de Dios.
Concédenos que el Espíritu Santo nos encienda, el Espíritu Santo que vamos a pedir, y que es el que cultiva y custodia en nosotros la vida resucitada, que el Espíritu Santo nos encienda con aquel fuego con el que abrazó el corazón de San Felipe Neri.
Eso me parece que es precioso.
En los santos uno ve muchas cosas, hay santos que brillan por su vida ordenada, por su discreción, por su humildad, pero a mí me encantan los santos apasionados, donde se ve ese fuego del Espíritu, esa pasión, ese ardor por el Evangelio, que ya es el carácter de cada uno.
Y a mí me ayuda precisamente eso, me ayuda como ver el fuego de Dios en las personas.
Me ayuda, la verdad.
Que nos encienda con aquel fuego con que abrazó el corazón de San Felipe.
Son los santos con el corazón abrazado.
San Francisco Javier, que siempre quedará como el referente más grande, es que uno tiene unas ganas tremendas de ir al cielo y conocerlo en persona, porque se desabrochaba la sotana, porque le ardía el corazón, por amor de Jesucristo.
Y eso es una cosa que me interpela y me impacta muchísimo.
Entonces, que nos encienda con aquel mismo fuego con que abrazó el corazón de San Felipe Neri.
No solamente con que se encendió el corazón, sino con que abrazó el corazón de San Felipe Neri.
Esa vemencia de amor a Jesucristo que consume.
Bueno, pues con ese Espíritu que nos enciende en el amor de Jesucristo nos metemos a contemplar el Evangelio que la Iglesia nos pone para el día de hoy, que es el final del capítulo 15 y el principio del capítulo 16, que dice así.
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